Racionalidad del contexto de descubrimiento y lógica de la generación de hipótesis *

Gabriel Amos Bellos**

Publicado el: 28/07/09

    


El Método Científico transporta una zona obscura, del todo incoherente con lo que se sabe hoy sobre producción de sentido; continúan sin revisión sus supuestos metafísicos, y el sujeto de la ciencia queda artificiosamente excluido de toda posible consideración epistemo-metodológica, y hasta de cualquier reflexión sobre las reglas lógicas que -eventualmente- pudieran demostrarse operantes en él. Postular racionalidad en el contexto de descubrimiento será imposible mientras se persista en considerar como únicas a las dos formas de inferencia lógica reconocidas hasta el presente.

Palabras-clave: Descubrimiento · Racionalidad · Subjetividad · Hipótesis · Lógica

 

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Racionalidad del contexto de descubrimiento y lógica de la generación de hipótesis *

Gabriel Amos Bellos**
Noviembre 2007


RESUMEN
El Método Científico transporta una zona obscura, del todo incoherente con lo que se sabe hoy sobre producción de sentido; continúan sin revisión sus supuestos metafísicos, y el sujeto de la ciencia queda artificiosamente excluido de toda posible consideración epistemo-metodológica, y hasta de cualquier reflexión sobre las reglas lógicas que -eventualmente- pudieran demostrarse operantes en él. Postular racionalidad en el contexto de descubrimiento será imposible mientras se persista en considerar como únicas a las dos formas de inferencia lógica reconocidas hasta el presente.

Palabras-clave: Descubrimiento · Racionalidad · Subjetividad · Hipótesis · Lógica


RATIONALITY OF DISCOVERY CONTEXT
AND LOGIC OF HYPOTHESIS GENERATION

ABSTRACT
The Scientific Method carries on a dark zone, incoherent at all with what is known today about sense production; metaphysical supposings still unreviewed, and the scientist subjectivity stays deceitfully excluded out of all possible epistemic-methodological consideration, or even any reflection about the logical rules that -eventually- could be demonstrated operating in. To postulate rationality on the discovery context will still being impossible while we persist in considering as unique the two logic inference ways recognized until present.

Keywords: Discovery · Rationality · Subjectivity · Hypothesis · Logic


"...los criterios científicos utópicos, o bien crean exposiciones falsas e hipócritas de la perfección científica o alimentan el punto de vista de que las teorías científicas no son sino meras creencias enraizadas en intereses inconfesables" .
Imre Lakatos (1993:175)


Empirismo y apriorismo han hegemonizado las prácticas metodológicas de las últimas décadas. El (el único) Método Científico conviene en dejar inexplicada -e inexplicable- la condición misma de posibilidad de producción de todo conocimiento: en ambas vertientes el campo de lo metodológico se restringe al llamado contexto de justificación, omitiendo la consideración del contexto de descubrimiento, atribuido -más o menos explícitamente- al salto creativo de un supuesto "genio" científico.

Ignorando alegremente los desarrollos y conceptualizaciones de algo más de un siglo en Antropología, Lógica, Psicoanálisis y Semiótica, el Método lleva implícita una zona obscura, del todo incoherente con lo que se sabe hoy sobre producción de sentido; sus supuestos metafísicos continúan vigentes y actuantes sin ser sometidos a revisión, mientras -sumido en el interior misterioso de la "caja negra"- el sujeto de la ciencia, el cognoscente, queda artificiosamente excluido de toda posible consideración epistemo-metodológica, y hasta de cualquier reflexión sobre las reglas lógicas que -eventualmente- pudieran demostrarse operantes en él.

Esta exclusión no es en absoluto casual: es, cuando menos a partir de Kant, un inútil intento de salvaguarda del ideal de objetividad, que por esta maniobra queda degradado en objetivismo1.

Uno de los más indeseables efectos de tal atrincheramiento, es la exigencia (asimismo incuestionada y creciente) de estrechar al máximo posible los protocolos de prueba, elevando hasta un grado insostenible la rigidez (claramente percibida por Feyerabend, entre otros) del contexto de justificación.

Como sea, prácticamente todo occidental moderno concordará -incluso en el terreno del sentido común- en definir la noción de explicación como establecimiento de causas.

Quede esto dicho sin entrar en la consideración de si se está o no de acuerdo con el modo prescrito por Popper, o de si se prefiere el verificacionismo de Carnap, o aún el induccionismo -con o sin restricciones a la generalización, sean lógicas o estadísticas-, y hasta sin oponer objeciones a la (desmitificada ya ampliamente) capacidad humana de percibir lo real. Cualquiera sea el paradigma, el conocimiento científico es un tipo de saber que requiere demostración; el valor de verdad de sus aserciones, de sus teorías, queda siempre sujeto a la validez formal de sus procedimientos lógicos y de cotejo con el referente. Lo que es decir: la elaboración de los modelos representativos de la realidad que caracterizan al conocimiento que llamamos científico, exige validarse articulando demostraciones de dos órdenes: uno lógico, el otro empírico.

En el aspecto empírico, damos por supuesto que la realidad existe, y que el conocimiento científico produce modelos capaces de representarla. Esta atribución de existencia y orden al universo parece ser un ineludible residuo de sentido común, y podría dar lugar a una discusión en extremo interesante que, sin embargo, me he propuesto por ahora evitar.

En cuanto al aspecto lógico de los procedimientos de demostración, sostengo que postular racionalidad en el contexto de descubrimiento -lo que posibilitaría su inclusión en el horizonte epistemo-metodológico- será imposible mientras se persista en considerar como únicas a las dos formas de inferencia lógica reconocidas hasta el presente por el Método, y que definen a una y otra de sus vertientes.

Cabe recordar aquí que, de algún modo, toda la discusión alrededor de las lógicas deductiva e inductiva, y hasta las soluciones que -propuestas a lo largo del tiempo- combinaban a ambas, derivaron en general en disputas metodológicas interminables que fueron, por lo demás, completamente inconducentes, si no en el sentido de la producción de conocimiento, al menos sí en cuanto a las posibilidades de acabar con esa falsa antinomia. Distan, sin embargo, de ser los únicos modos de inferencia de que es capaz la mente: muy al contrario, inducción y deducción ni tan siquiera son operaciones lógicas basales. La mente está fundada sobre -y hasta pareciera consistir en- otras dos...

Habida cuenta de que el verificacionismo lógico-positivista presupone pasivo -entre otras cosas- al proceso perceptual2, además de encontrar un límite empírico que huelga explicitar, centraré lo que sigue en una brevísima consideración de algunas rectificaciones e intentos de abolición de que ha sido blanco el falsacionismo popperiano.

Contra la posición neopositivista, aceptar un elemento metafísico (”irracional") en la producción de conocimiento, no solo no era para Popper (1985, Cap. III) una dificultad, sino que podía eventualmente resultar fecundo: la verosimilitud en el sentido popperiano va íntimamente asociada al grado de corroboración empírica de una conjetura.
En cuanto a Lakatos, enuncia: "Retenemos una teoría sintácticamente metafísica como ”centro firme” de un programa de investigación mientras que la heurística positiva asociada produzca un cambio progresivo en el ”cinturón protector” de hipótesis auxiliares" (1993:58). Más adelante sostiene que es "necesario postular algún principio inductivo extrametodológico para poner en relación (aunque sólo sea de forma tenue) el juego científico de aceptaciones y rechazos pragmáticos con la verosimilitud" (1993:148) de las anticipaciones.


... "desarrollos tales como la revolución copernicana o el surgimiento del atomismo en la antigüedad y en el pasado reciente (teoría cinética, teoría de la dispersión, estereoquímica, teoría cuántica) o la emergencia gradual de la teoría ondulatoria de la luz ocurrieron bien porque algunos pensadores decidieron no ligarse a ciertas reglas metodológicas 'obvias', bien porque las violaron involuntariamente".
Feyerabend, Paul (1974:15,
sus cursivas y paréntesis)


En caso de que -en aras del rigor- eliminásemos este momento inductivo, comenta Feyerabend, "... un principio estricto de falsación, o un 'falsacionismo ingenuo' como lo llama Imre Lakatos, combinado con la exigencia de contrastabilidad máxima y no-adhocidad destruiría por completo la ciencia como la conocemos y nunca le habría permitido comenzar" (1974:111).

Se trata de una fuerte afirmación, pero -a poco que se examine la extrema complejidad de los protocolos científicos al uso, en comparación con la relativa simplicidad metodológica de un Galilei- no parece razonable abrigar dudas al respecto, al menos en lo que hace al aspecto empírico.

Al permitirse perfilar la deconstrucción del discurso científico, el pospositivismo admite la dificultad de la neutralidad y la objetividad en ciencia. El espíritu científico postpositivista reconoce el valor epistémico del interés (Kuhn), del pre-juicio (Popper), de la pre-comprensión (Bateson) que acompañan toda percepción y cimentan toda conjetura. Pero lo reconoce al precio de adscribirlo -bajo el rótulo metafísica- al contexto de descubrimiento, dejando con ello fuera del horizonte epistemológico todo abordaje posible de las lógicas y procedimientos implicados.
Feyerabend, que en todo lo demás es crítico, da sin más por sentada la irracionalidad3 del contexto de descubrimiento -Cf. pág. 99 de su libro célebre- pero ofrece por solución, amén de relajar las exigencias formales impuestas a los procedimientos lógicos y empíricos en el contexto de justificación, eliminar -con el poco consistente argumento de que ”en la práctica no se presenta jamás"- la distinción descubrimiento/justificación4 establecida por Reichenbach en 1938.

En cuanto al aspecto lógico, la solución propuesta por Feyerabend no resuelve más que las otras, ni más de lo que soluciona en lo empírico. Mantiene tácitamente sobrevaluado el silogismo perfecto aristotélico-tomista en que se basa el método hipotético-deductivo. Al desconocer o considerar irracionales y/o no lógicas a otras formas de inferencia, una vez satisfechas las tablas de verdad se busca la verosimilitud máxima en la empiria5... Huyendo de la subjetividad (no escribí subjetivismo) a la que juzga falsa, imaginaria, distorsiva, irracional, errónea, etc., la ciencia se ve forzada a refugiarse en la empiria pues solo allí se espera encontrar certezas. La eliminación -por lo demás, imposible- del sujeto es responsable del agotamiento del modelo, pues el silogismo deductivo, por su estructura lógica, no es capaz de producir nuevo conocimiento, y nos empuja a la exigencia de convalidar o intentar falsar rigurosamente en la empiria toda hipótesis (conjetura) que proponga el irracional genio científico. Tampoco el silogismo inductivo es productor de nuevos saberes; solo conjetura la generalidad posible de saberes anteriormente comprobados en la empiria. Aristóteles y sus escolásticos conocían y aplicaban otros modos inferenciales además de los dos convalidados -promediando el siglo XIII- por Tomás de Aquino.






"Y muy bien podría suceder que la ciencia, el día en que no sea más que un hacer, cuando haya perdido todo contacto con sus raíces especulativas, esté completamente agotada."
Ladriére, Jean (1978: 29)

Contrariando la propuesta dadaísta de eliminar la distinción entre contexto de justificación y de descubrimiento, sostengo que -siendo diferentes las lógicas implicadas en cada uno- hay motivos para mantenerla y extender hacia atrás el alcance del Método. A la luz de lo que se sabe hoy sobre producción de sentido, cabe atribuir racionalidad al contexto de descubrimiento, sacando los procesos de generación de hipótesis de la caja negra. Bastaría para ello ampliar el concepto de "razón" (ratio) excediendo los modos inferenciales reconocidos, para hacerlo abarcar abductio y analogiam 6.

El razonamiento por analogía, basándose en la percepción de semejanzas estructurales (invariantes), supone que cada individuo (espécimen) es representativo de un tipo. Cuando este razonamiento se aplica en Filosofía, cada individuo perteneciente a una cierta categoría es considerado un universal concreto: siendo particular, porta en acto el modelo -el plan estructural- de su clase; esto se ve nítidamente en su aplicación biológica: supone que el individuo contiene -siendo a un tiempo portador y reproductor- una copia del patrón genético de la especie, aunque se diferencie de ella por particularidades individuales.

Este procedimiento, al que cabe calificar de metafórico en tanto intento de revelar cierto homeomorfismo fractal mediante la superposición -por así decirlo- geométrica de varias estructuras, puede ser aplicado a procesos, configuraciones, sistemas, sujetos, casos, hechos, sucesos, estructuras de producción material y/o simbólica, y un riquísimo etcétera que permitiría extenderlo a varias disciplinas; puede, al menos de partida, transplantárselo a todas, como razonamiento clasificador.

El siguiente paso lógico (la inferencia de una hipótesis, digamos) parece ser el fruto de un procedimiento de rango superior al de la analogía: la abducción (Peirce, 1878 y 1903). El estudio de casos -lo llamado casuística- encuentra su fundamento lógico en la abducción y no, como suele creerse, en la lógica inductiva: un espécimen-muestra es seleccionado como tal porque se le supone representativo de la categoría a la que se supone pertenece. Partiendo de la idea de que sus características estructurales son homologables (per analogiam) a las del resto de los representantes de su misma especie, el caso interesa en tanto posee un núcleo del que cabe suponer es compartido con los demás especímenes: si pueden constatarse presentes en común un cierto conjunto de rasgos (invariantes) es de esperar (y esta es la forma en que se produce una hipótesis abductiva) que en la especie se encontrarán también presentes -eventualmente- otros rasgos propios del espécimen-muestra, tratándose de potenciales invariantes que no habrían sido todavía relevados científicamente como característicos de la especie...

En la inducción el caso es relevante en tanto tal, como prueba demostrativa o refutatoria de un conocimiento establecido de antemano; en la abducción -vemos- el caso es relevante en tanto fuente potencial de información sobre algún invariante aún no establecido, permitiendo postular especulativamente la posibilidad de que algo sea tal u ocurra de cual modo; no es una conjetura demostrativa, sino apenas una de probabilidad: lo que los epistemólogos llaman una hipótesis débil. Su debilidad, si la proposición postula como invariante desconocido uno al que pueda atribuírsele valor de causa, no impediría que se la considerase -por principio- una conjetura explicativa.

El cognoscente -sujeto de la ciencia- no resulta, en el modelo aquí propuesto, un factor distorsivo a excluir en aras de la objetividad, sino el núcleo activo del contexto de descubrimiento, la fuente misma del proceso lógico de codificación, de enciframiento (no desciframiento), el locus de la producción de saber: investigador no es entonces un pasivo colector de datos ni un metódico sistematizador de conocimientos, mucho menos un aséptico testeador de hipótesis, sino un interpretante culturalmente condicionado; la actividad investigativa deviene en trabajo de interpretación, y la explicación se estatuye en procedimiento semántico de construcción de realidad.-



BIBLIOGRAFIA:

Feyerabend, P. 1974. Contra el Método. Barcelona: Ariel.

Jakobson, R. 1985. Los conmutadores, las categorías verbales y el verbo ruso (1956)
En: Ensayos de Lingüística General. Barcelona: Planeta-Agostini.

Kristeva, J. 1970. La Productividad llamada Texto
En: Communications; lo verosímil. Buenos Aires: Tiempo Contemporáneo.

Ladriére, J. 1978. El reto de la racionalidad. Salamanca: Sígueme/UNESCO.

Lakatos, I. 1993. La metodología de los programas de investigación científica. Barcelona: Alianza.

Peirce, C.S.
-(1878) ”Deducción, Inducción e Hipótesis"
-(1903) ”Tres tipos de Razonamiento"
Traducciones y publicación electrónica del Grupo de Estudios Peirceanos (Universidad de Navarra, España), consultados en agosto de 2007 en: http://www.unav.es/gep

Popper, K. 1985. Realismo y el objetivo de la ciencia. Madrid: Tecnos.



NOTAS:

* · No se propone aquí una dogmática; no llevo la pretensión de postular lo que otros científicos debieran hacer: conjeturo -con ánimo esclarecedor- acerca del modo en que -sin ser conscientes de ello- hacemos lo que hacemos. Mi interés está, por lo demás, centrado en los modos de producción de saber, y no en los procedimientos formales de convalidación de su producto.

** · Lic. en psicología; Cátedra Metodología Antropológica, Facultad de Ciencias Naturales, Universidad Nacional de Tucumán, Argentina.
contacto: [email protected] web: http://etres.info

1 · No mucho mejor están sus críticos: los enunciados científicos dejan fuera al sujeto del enunciado, y los críticos del objetivismo buscan incluir al sujeto del enunciado en los enunciados científicos... cuando el sujeto-problema en cuestión es, en rigor, el sujeto de la enunciación -sujeto enunciador, y no sujeto enunciado, mero pronombre cuya supresión apenas puede aportar una apariencia de objetividad, la proporcionada por el llamado ”sujeto tácito"- (Cf. Jakobson, 1985:307 y ss.)

2 · Solo así, por supuesto, se puede hablar de un objeto externo, entidad concreta y definida que mantendría estables ciertas características, independientemente del sujeto perceptor; si no dispusiese de otros argumentos en contra de la fe positivista, éste sólo bastaría para impulsarme a rechazarla.

3 · Resulta de interés remarcar que el uso del término irracionalidad, en tal contexto, pone en juego como concepto al antónimo de un concepto no establecido, o establecido sólo en forma implícita: el de razón.

4 · Que su propuesta (anarquismo o dadaísmo metodológico) resuelva la aporía, es cuando menos dudoso... en caso de que alguien se atreviese -expresamente- a aplicarla.

5 · Y esto a pesar de que "[...] lo verosímil no tiene objeto fuera del discurso; la conexión objeto-lenguaje no le concierne, la problemática de lo verdadero y de lo falso no le atañe. El sentido verosímil simula preocuparse por la verdad objetiva; lo que le preocupa efectivamente es su relación con un discurso en el que el 'simular-ser-una-verdad-objetiva' es reconocido, admitido, institucionalizado. Lo verosímil no conoce; sólo conoce el sentido que, para lo verosímil, no necesita ser verdadero para ser auténtico" (Kristeva, 1970:65, sus cursivas y comillas).

6 · ... ¿Desplazamiento y Condensación (Freud)? ¿metonimia y metáfora (Lacan)?



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