ANTROPOSMODERNO
Los domicilios de la memoria en la literatura infantil argentina: un aporte a la discución
Rossana Nofal [email protected]

Cómo nombrar lo feo, lo terrible, lo siniestro..., buscar un nombre que el sistema hegemónico de producción editorial para chicos se empeña en borrar...

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Los domicilios de la memoria en la literatura infantil argentina:
un aporte a la discusión

Rossana Nofal

Universidad Nacional de Tucumán
Investigadora del CONICET

[email protected]



Esta indagación tiene un propósito: formular la pregunta por la ausencia de una literatura de la memoria, pensada especialmente para chicos1, dentro de las fronteras del género de la literatura infantil y capaz de circular en los ámbitos de la educación formal. ¿Qué es lo que se quiere proteger con ese gesto?2 Esconder lo malo, las brujas, los fantasmas, la muerte, son eternas discusiones en los ámbitos de selección del material infantil. Cómo nombrar lo feo, lo terrible, lo siniestro..., buscar un nombre que el sistema hegemónico de producción editorial para chicos se empeña en borrar. Faltan las palabras para expresar lo vivido, faltan las palabras en la ficción para inscribir las huellas dolorosas del pasado.3

Para empezar a discutir esta ausencia, es indispensable ante todo, señalar la presencia del único texto significativo en este sentido: el libro de Graciela Montes, El Golpe publicado por primera vez en 1996 en Página/12; luego formó parte del libro El golpe y los chicos, Buenos Aires, Gramón-Colihue, 1996. El relato apela a un discurso historiográfico para reconstruir la memoria de los hechos traumáticos dejando de lado el juego ficcional propio de la literatura. La identidad es literalmente impensable sin una narrativa; la gente se conoce, conoce quiénes son ellos a través de historias que se cuentan sobre ellos y sobre los otros; sin embargo, la dictadura, está ausente en los relatos infantiles; sólo algunas señales laterales hay en los libros de Elsa Bormeman, posteriores al ?83 o en Caídos del mapa de María Inés Falconi, del 2001.

El ámbito de la literatura infantil argentina sufrió un golpe mortal durante la dictadura y todavía le cuesta reconstruir el espacio perdido. La mirada en perspectiva nos permite afirmar que como con las personas, hubo un plan sistemático de desaparición de bibliografía4. En 1978, un decreto prohibió la circulación de La torre de cubos de Laura Devetach. En sus considerandos, el exceso de imaginación -?ilimitada fantasía? dice- es una de las causas principales pasa desaconsejarlo. Con pretextos similares fueron censurados títulos como Un elefante ocupa mucho espacio de Elsa Bornemann; El pueblo que no quería ser gris y La Ultrabomba del entonces recién estrenado sello Rompan y Cinco dedos de Editorial de La Flor. ?Tienen una finalidad de adoctrinamiento que resulta preparatoria a la tarea de captación ideológica del accionar subversivo? constaba en los decretos5. Entre los considerandos se incluían juicios de valor sobre la escritura:

Que del análisis de la obra ?La torre de cubos? se desprenden graves falencias tales como la simbología confusa, cuestionamientos ideológicos-sociales, objetivos no adecuados al hecho estético, ilimitada fantasía, carencia de estímulos espirituales y trascendentales

Que algunos de los cuentos narraciones incluidos en el mencionado libro, atentan directamente al hecho formativo que debe presidir todo intento de comunicación, centrando su temática en los aspectos sociales como crítica a la organización del trabajo, a la propiedad privada y al principio de autoridad enfrentando grupos sociales, raciales o económicos con base completamente materialista, como también cuestionando la vida familiar, distorsas y giros de mal gusto, lo cual en vez de ayudar a construir, lleva a la destrucción de los valores tradicionales de nuestra cultura?

La literatura infantil fue vigilada con firmeza por el ojo censor, que se sentía en la obligación moral de preservar a la niñez, de aquellos libros que -a su entender- ponían en cuestión valores ?sagrados como? la familia, la religión o la patria. Gran parte de ese control era ejercido a través de la escuela, tal como demuestran las instrucciones de la ?Operación Claridad? (firmadas por el jefe del Estado Mayor del Ejército, Roberto Viola, ideadas para detectar y secuestrar bibliografía marxista e identificar a los docentes que aconsejaban libros subversivos.6

La fantasía estuvo y (lo que es aún peor) está bajo sospecha; es peligrosa porque está fuera de control, nunca se sabe bien a dónde lleva. Esta oposición entre realidad y fantasía esconde los mecanismos ideológicos que les sirven a los adultos para colonizar a los chicos. La literatura infantil, un campo aparentemente inocente y marginal, es uno de los espacios más importante en el que se libra los combates entre memoria y olvido más reveladores de nuestra cultura porque desde el Jardín de Infantes a la Universidad la literatura es el instrumento vital para la inserción de los individuos en las formas perceptivas y simbólicas de la sociedad. El texto literario que circula en las instituciones educativas está generalmente emparentado en una formación ideológica dominante. Es quizás una de las ilusiones de nuestro tiempo, creer que somos libres de leer y escribir cuándo, cómo y dónde queremos; como cualquier otra práctica social, estas actividades están sujetas a diversas formas de control y regulación.

En los Diseños Curriculares Jurisdiccionales - Area lengua - EGB1 y EGB2 de la Provincia de Tucumán, el tema de la memoria está ausente en las propuestas de contenidos; tampoco hay una sugerencia de lecturas para la constitución de un canon literario7. El espacio textual es, en realidad, un terreno fisurado y dividido por los cataclismos de la historia política; es un campo de batalla en donde una cantidad de opciones interpretativas entran en conflicto. Algunos modos de control sobre los textos pueden tomar la forma simple de represión en algunos puntos del circuito de producción, o en la distribución y el consumo de libros; pero la forma más efectiva de la censura es, por supuesto, perpetuar la masa de analfabetos.

Dada la importancia del espacio literario en los procesos de aprendizaje se vuelve imperioso pensar en este contexto los ?mecanismos? de transmisión y conformación de la memoria de la dictadura. Se trata de un trabajo arduo para todos, para los chicos, y también para los adultos, entendiendo la memoria como la única que remite a la vivencia auténtica y permite recuperar el pasado sin misticismos. La ausencia de la dictadura en el ámbito de la ficción para chicos es, en realidad, una trampa de la memoria que nos vincula con el acto de olvidar.

Si bien es importante la cantidad de niños que acceden al sistema educativo, no es igualmente proporcional la cantidad de niños que pueden leer y escribir y acceder a la escritura literaria.. Es en este punto donde se ubica nuestra propuesta: generar espacios alternativos, liberados de presiones curriculares y sin posiciones ganadas de antemano, en los que los chicos puedan trabajar en libertad y producir muchos textos como consecuencia de una lectura variada. Consideramos que los talleres literarios8 abiertos son espacios democráticos en tanto trabajan con ?lo que hay?, con los que se sabe, sin marcar constantemente la falta y el error. Muchos adolescentes, a pesar de ?haber sobrevivido? a gran parte del sistema educativo, no tienen la capacidad o el ?poder de leer lo que tienen frente a sus ojos. La distribución ecuánime del capital educacional no es lo más característico de nuestro democratizado sistema educativo. La verdadera democracia está aún bastante lejos de nuestras escuelas. La tensión entre el interior y la capital, el centro y la periferia, lo estatal y lo privado, fracturan aun más el debilitado sistema.

Proponemos implementar nuevas estrategias para superar las fronteras antes explicitadas, la más importante se relaciona con la posibilidad de seleccionar los textos que circulan en las instituciones educativas y en las bibliotecas populares desde otro lugar. Elegir para el trabajo novelas que no pertenezcan necesariamente al género infantil pero que permitan una lectura de los espacios de memoria. Un texto significativo en este sentido es el libro de Antonio Dal Massetto, Hay unos tipos abajo9. La sospecha, la duda, las incertidumbres constantes del personaje permiten reconstruir escenas y climas propios de la dictadura. Se abren muchos juegos de discusión y por otro lado el final no se clausura con la muerte o la desaparición sino con la posibilidad del exilio. La idea es buscar escrituras distintas que generen un cambio en las estructuras del sentir, que provoquen una nueva mirada capaz de introducir en el imaginario infantil un registro histórico, desde la escritura literaria de los hechos de la pasada dictadura.

Toda memoria es una construcción de memoria. Surge entonces la pregunta peligrosa: la literatura infantil de atreve a hablar de la memoria de los hechos traumáticos o este espacio queda reservado sólo para el género testimonio, voluntariamente alejado de la ficción y emparentado con las formas literarias del realismo decimonónico del siglo XIX?. ¿Cómo recuperar el espacio perdido de la fantasía en la literatura infantil y hablar desde allí de las memorias en conflicto (Jelin:2000)? ¿Cómo pensar un Nunca más significativo que transgreda el nunca más se hable. Si no se opera un cambio en los modos de producción de esta escritura, el destino del nunca más será, probablemente, el olvido. Es como querer bajar del cielo el elefante que ocupaba mucho espacio en los años ?70 sin llevar y traer letras en las mochilas y sin abrir otros espacios.



Notas:

[1] Me refiero especialmente a los chicos de la transición. Como señala el documento base para la discusión, ?la expresión política más importante de esta generación puede ser la alineación extréma y el cinismo sobre los valores de los procesos políticos en sí mismos. (...) El eslogan ?Nunca más? tiene escasa resonancia y mayor alineación y está culturalmente estigmatizado. La inquietud por el espacio de la literatura infantil se basa en mi experiencia personal como coordinadora de talleres literarios no formales para chicos de la Provincia de Tucumán, actividad que desarrollo desde 1995.

[2] Sobre el concepto de literatura infantil y la delimitación del género sigo los lineamientos de Graciela Montes en: El corral de la infancia, Buenos Aires: Libros del quirquincho, 1990.

[3] Ver: Elizabeth Jelin, ?Memorias en conflicto?, Los puentes de la memoria, La Plata: Centro de estudios por la memoria, Agosto 2000, p. 8. ?Una de las características de las experiencias traumáticas es la masividad del impacto que provocan, creando un hueco en la capacidad de ?ser hablado? o contado. Se provoca un agujero en la capacidad |de representación psíquica. Faltan las palabras, faltan los recuerdos. La memoria queda desarticulada y sólo aparecen huellas dolorosas, patologías y silencios. Lo traumático altera la temporalidad de otros procesos psíquicos y la memoria no los puede tomar, no puede recuperar ni transmitir o comunicar lo vivido?

[4] Sigo los postulados de Judith Gociol, ?La dictadura militar y la persecución a los libros. Una página de oscuridad?, Buenos Aires: Puentes, Marzo 2001, pp. 48-51

[5] Boletín N° 142 de julio de 1979 por el cual el Ministerio de la Provincia de Santa fe prohibió el uso de La torre de cubos en las escuelas. Nivel Primario Prohibición de una obra. La Provincia de Santa fe ha dado a conocer la Resolución Nro. 480 con fecha 23-5-79. Buenos Aires, 23 de mayo de 1979.
Visto: Que se halla en circulación la obra ?La torre de Cubos? de la autora Laura Devetach destinada a los niños, cuya lectura resulta objetable

[6] Sobre la reconstrucción de los móviles ideológicos de la dictadura creo importante destacar el trabajo de María Seoane y Vicente Muleiro, El Dictador, Buenos Aires: Sudamericana, 2001

[7] Se destaca que este material se elaboró en la Provincia durante la Gobernación de Antonio Domingo Bussi, ex General de la Dictadura elegido democráticamente durante el período 1995-1999.

[8] Me refiero a la constitución del Equipo Creativo Mandrágora en Tucumán, un espacio de la Facultad de Filosofía y Letras que desde el año 1995 propone la constitución de talleres literarios para chicos en distintos ámbitos sociales.

[9] La elección es absolutamente arbitraria, y ciertamente acotada por el espacio de este paper. El ejemplo del ibro que se trabajó en el taller sólo busca mostrar un proceso de búsqueda más allá de las fronteras genéricas de la ?literatura para chicos?.Esta exploración ayuda a pensar las múltiples modulaciones de esta problemática exclusión.



Rossana Nofal. Profesora de Literatura Hispanoamericana en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán, Investigadora del CONICET y miembro del Núcleo Memoria dirigido por Elizabeth Jelin. Elaboró su tesis de Doctorado con la dirección de Carmen Perilli sobre el tema: La escritura testimonial en América Latina. Imaginarios revolucionarios del sur, material que se encuentra en proceso de publicación por la Universidad Nacional de Tucumán. Actualmente se encuentra llevando adelante una investigación sobre las memorias de la represión e imaginarios postdictatoriales en Argentina y Chile. Sus trabajos sobre el género testimonio y su vinculación con la literatura y con la historia fueron publicados en revistas del país y el exterior.



© Rossana Nofal 2003
Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid

El URL de este documento es http://www.ucm.es/info/especulo/numero23/mem_arge.html





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