ANTROPOSMODERNO
Lógica clasificatoria
René Loureau

La lógica clasificatoria conduce a Auschwitz y a Hiroshima. Por su generalidad, que no alcanza a evitar el matiz de causalidad débil contenido en el verbo \"conducir\", esta proposición puede ser inmediatamente referida a una forma del delirio de interpre

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\"Los sangrientos telares por los que desesperadamente se hace pasar la lógica\" - Isidore Ducasse, Poesías

\"Entonces, cómo conciliar la frialdad de vuestros silogismos con la pasión que de ellos se desprende?\" - Lautréamont, Maldoror, Canto 6


1- La lógica clasificatoria conduce a Auschwitz y a Hiroshima. Por su generalidad, que no alcanza a evitar el matiz de causalidad débil contenido en el verbo \"conducir\", esta proposición puede ser inmediatamente referida a una forma del delirio de interpretación; por ejemplo, el método que Salvador Dalí nombra, por eco a la famosa tesis de medicina de su amigo Jacques Lacan, \"paranoico crítico\".

Una proposición, en la lógica inductivo-deductiva, se demuestra. Cualquier loco es totalmente capaz de eso. La potencia de demostración, no sólo en las propagandas totalitarias, sino también en ciertos enfermos mentales, es llevada al más alto grado. Lo que a hecho juzgar a veces que, contrariamente a la opinión establecida, el loco no es aquel que perdió la razón, sino aquel que no tiene más que su razón. Esta segunda proposición es sostenible a condición de sustituir \"razón\" por \"lógica\". No es acaso la lógica una linda estatuilla de Apolo erguida sobre un gigantesco zócalo de creencia? La imaginación, la sensibilidad, el deseo, aseguran la solidez del zócalo y la relativa estabilidad de la estatuilla. Como operación que queremos creer puramente mental y subjetiva (salvo si uno cree que los datos que sirven de base al razonamiento son simples efectos en nuestros sentidos del mundo exterior), la lógica, incluida en la matemáticas (1) está muy alejada de confundirse con el razonamiento.

Pero volvamos a nuestra proposición inicial. Varios decenios después del descubrimiento del universo microfísico y de sus consecuencias trágicas en el programa Manhattan (construcción de la primer bomba atómica durante la segunda guerra mundial), programa seguido de efectos no únicamente experimentales como han podido constatarlo los habitantes de Hiroshima y Nagazaki en agosto de 1945, la desintegración del núcleo atómico revela una lógica serial ad infinitum de las partículas cada vez más finas, cada vez más virtuales.

El momento de la particularidad, segundo momento o momento de la negación de la universalidad, reactualiza la dialéctica hegeliana que se pensaba relegada con el \"materialismo dialéctico\" de Lenin-Trotski-Stalin. Pero mientras Hegel hacia el fin de su vida, dominado por sus implicaciones políticas no analizadas, había paralizado su propia teoría en el tercer momento: la singularidad o negación de la negación, deteniendo la dialéctica en la estasis de una pseudo \"sintesis\" que se pretende definitiva; el reino de la partícula como símbolo obsesionante de las pulsiones clasificatorias da una frenada brutal a la dialéctica en su segundo momento. No es para asombrarse, en el plano científico, si se piensa que la lógica binaria, la del tercero excluido, de la no contradicción, sigue siendo el letrero erguido en la entrada del campo (del campo)(*) de la \"ciencia\". Por su \"detención en la imagen\", congelada en el momento de la partícula, de la particularidad, la razón científica no se contenta con evitar a los investigadores del programa Manhattan y a sus actuales sucesores de graves preocupaciones en cuanto a sus implicaciones epistemológicas, ecológicas, éticas y políticas.

Esta misma razón autoriza también una visión dominante, en las ciencias sociales, en materia de \"actor\" o de \"sujeto\" considerados como exteriores al mundo \"objetivo\"; no implicados, o muy poco, en este mundo (el interaccionismo se detiene prudentemente en las fronteras de lo social, y no demanda su visa para lo político). Es el individuo-partícula (2) en la búsqueda desatinada de su singularidad en el laberinto flexible del Capital como unico gran Otro. Pues, y es el tercer aspecto del reino de la partícula -después del de la microfísica y del de la ciencias sociales- la ideología neoliberal como momento \"definitivo\" de la universalidad fue a buscar al viejo granero del siglo XIX el culto del individualismo, el mito del \"simple particular\" obligado a identificarse al esplendor del sistema de expoliación, incluso si él y centenas de millones de otros particulares son cada vez más las víctimas de este sistema intocable y, por así decir, sagrado.

Mientras que una continuidad temporal bastante evidente es perceptible entre los inicios de la microfísica y lo que vivimos hoy, no parece ser tan manifiesto el caso de una continuidad entre Auschwitz y nosotros. Los esfuerzos meritorios de unos por exorcizar la institución totalitaria y de otros por preservar cuidadosamente su memoria contienen de una y otra parte un elemento de denegación. En los dos casos la hipótesis muy poco verificada es que se ha tratado de un accidente de la historia; un poco como la lógica de Aristóteles, para la cual la fijeza de la esencia no podría ser alterada por el tiempo, por el acontecimiento contingente percibido como accidente. Volveremos luego sobre esta cuestión que no concierne solamente a la orientación política presente y por venir de la República Federal Alemana y del Estado de Israel, sino que concierne una cuestión más vasta: la de la locura de Estado y del Estado como evaluador último -interpretante último, en el sentido de Peirce- de la salud ideológica o mental.

Si uno aborda Auschwitz como paradigma del sistema totalitario en su variante alemana (3), y de la red compleja de los campos de concentración, se constata una particularización muy elaborada, pero también un cierto número de contradicciones contra las que choca, en la ocasión, la lógica clasificatoria.

Un cuadro, que no pretende exhaustividad, a causa de estas contradicciones y de la heterogeneidad evolutiva de los campos, indica dieciocho clases de deportados. La simple lectura de este cuadro manifiesta dos contradicciones en el proyecto de desintegración clasificatoria: por una parte en relación a la necesidad de combinar a veces dos o n particularidades; por otra parte, en relación a la exhibición de una singularidad transversal a muchas particularidades, la singularidad judía, especialmente especificada en la institución concentracionaria alemana en general y en su variante, el campo de exterminio, donde las \"admisiones\" no son siempre homogéneas y donde puede incluso producirse, al inicio, errores de selección (4):


- prisionero político alemán: triángulo rojo

- prisionero político francés: triángulo rojo marcado F

- prisionero político español: triángulo rojo marcado S

- prisionero político judío: triángulo rojo superpuesto a triángulo amarillo, formando estrella de David

- Testigo de Jehová: triángulo violeta

- emigrado: triángulo azul

- sospechoso detenido en arrestos masivos: triángulo con número de matrícula atravesado (mientras que en general este número está cosido por encima de la insignia y, al menos en Auschwitz-Birkenau, está tatuada en el antebrazo izquierdo)

- emigrado judío: triángulo azul superpuesto a triángulo amarillo (estrella de David)

- [prisionero de] derecho común en [detención] preventiva prolongada : triángulo verde

- [prisionero de] derecho común: triángulo verde marcado S (Sicherungsverwahtre)

- [prisionero de] derecho común judío: triángulo verde superpuesto a triángulo amarillo (estrella de David)

- asocial: triángulo negro

- en reeducación: triángulo negro marcado A (inicial de la palabra \"trabajo\" en alemán)

- asocial judío: triángulo negro superpuesto a triángulo amarillo (estrella de David)

- Gitano: triángulo marrón

- homosexual: triángulo rosa

- \"contaminador de raza\" judío: triángulo amarillo superpuesto a triángulo negro - visible sólo por el trazado de sus bordes; estrella de David

- prisionero político en compañía disciplinaria: triángulo rojo por encima de un pequeño redondel negro.




Hemos aislado e inscripto en itálicas las subclases combinadas de la clase \"judío\". A diferencia de los políticos, el judío esta privado de toda identidad nacional. El ya no existe más en tanto que judío, al menos en la nomenclatura de la que dispongo. Si ella es exacta, eso significaría que la famosa estrella amarilla era de uso \"civil\", en tanto que la persona no había entrado en un campo. Notemos también, siguiendo a Eugène Kogon de quien tomamos el cuadro (5), que las combinaciones de muchas particularidades producían, a manera de insignia de reconocimiento, un verdadero \"arco iris\" de estrella con puntas superpuestas (conteniendo la estrella de David solamente seis tipos).

La semiología de los campos según la gestapo (proveedor de los campos) o la SS (gerentes de los campos) reposa sobre una tipología sociobiológica de cuatro grupos humanos:


- los adversarios políticos

- las razas inferiores y los seres inferiores desde el punto de vista de la biología racial

- los criminales

- los asociales




Uno se da cuenta inmediatamente que esta clasificación \"racional\", obtenida por deducción de la filosofía racista de los pensadores del tercer Reich (inspirados también en los franceses Gobineau o Alexis Carrel), choca contra la inducción de tales o tales particularidades desde el momento en que se trata de pasar de lo particular a lo general.¿Qué viene a hacer un Gitano en esta tipología? El será internado porque la ley hitleriana le prohibe desplazarse y, al mismo tiempo, existir en tanto tal. Ante este doble constreñimiento más trágico que cómico, una sola solución: la sedentarización obligatoria y el exterminio en los campos. Y el homosexual,¿cómo comparece ante la nomenclatura biologista a la Cuvier que sirve de racionalidad a la burocracia alemana bajo Hitler? Muy a menudo, la acusación de homosexualidad permite desembarazarse de hombres públicos o sacerdotes católicos a quienes no puede reprocharse el menor delito. Existen también casos de judíos asociales, homosexuales y afectados en una compañía disciplinaria por tentativa de evasión u otra circunstancia agravante... La lógica clasificatoria, deductivo-inductiva, recibe, entonces un formidable revés a fuerza de acumulación de pertenencias o referencias \"transversales\". Pero lo médicos que han sobrevivido en Francia (y en otros lugares) a la crítica feroz de las comedias de Molière,¿tienen acaso consciencia, en el dominio de la psiquiatría más que en los otros dominios, del delirio de interpretación que se les enseña en sus facultades? Las clasificaciones nosográficas, semiológicas, etc., de insanía mental, en su evolución permanente y su diversidad geográfica en un momento dado, testimonian acaso de otra cosa que: 1) una absoluta carencia teórica en cuanto al fenómeno sin embargo muy empíricamente constatable de las situaciones existenciales de no soportabilidad del otro y, 2) una sumisión por así decir física (la agachada de lomo grafica la curvatura de sus teorías) a las formas de dominación estatales o supra-estatales (\"culturales\") que validan en última (y a menudo en primera, como se la ha visto por ejemplo en URSS) instancia sus clasificaciones y los criterios de evaluación de su mandato social, en el sentido de Franco y Franca Basaglia (6)?



2-Los criterios de admisión en la clase social de la locura han sido siempre motivo de diversión para el sentido común popular y para los escritores. Entre estos últimos, regocijémonos con uno de los más grandes, que no pocos servicios brinda a los \"psi\" Cervantes. Recordemos que su héroe, el mitómano don Quijote, se fuga en tres ocasiones de su domicilio y que a la vuelta de su último vagabundeo de caballero imaginario \"se cura\" justo antes de morir, cuando venía de emprender un nuevo proyecto delirante en referencia ya no a las novelas de caballería, sino a las novelas pastorales: tal como el futuro David Thoreau o los modernos ecologistas partidarios del retorno a la naturaleza, él iba, con algunos amigos de su pueblo, a disfrazarse de pastor para vivir en la campiña. Si el autor real del libro, Miguel de Cervantes, no hubiera muerto poco después de la publicación de la segunda parte, es probable que, sirviéndose de los talentos del encantador (mago) del autor ficticio, el árabe Ben Angeli, habría resucitado a su personaje para hacer de él el anti-héroe de una anti-novela pastoral. Veinte años antes la salida de la primera parte del Quijote, Cervantes mismo había publicado una novela de ese género, Galatea, de la que Borges señala con delectación (7) que esta obra es puesta en abismo en el sexto capítulo de la primera parte: \" En el sexto capítulo de la primera parte, el cura y el barbero revisan la biblioteca de Don Quijote; asombrosamente uno de los libros es la Galatea de Cervantes... el barbero, sueño de Cervantes o forma de un sueño de Cervantes, juzga a Cervantes...\" * . Así mismo, nota aún Borges, ese juego de la puesta en abismo (muy frecuente en esta época barroca en el teatro español, inglés o francés), \"juego de extrañas ambig¸edades\" *, culmina en la segunda parte donde el lector se da cuenta de que los personajes de la novela han leído la primera parte y hablan de ella como si eso fuera completamente natural! Inquietante extrañeza de la puesta en abismo: \"Por qué\"-se pregunta Borges- nos inquieta que Don Quijote sea lector del Quijote y Hamlet espectador de Hamlet? Creo haber dado con la causa: tales inversiones sugieren que si los personajes de una ficción pueden ser lectores o espectadores, nosotros, sus lectores o espectadores podemos ser ficticios\"*.

Podemos ser ficticios. Podría ser que seamos ficticios. No está excluido que nuestra \"identidad\", nuestro \"yo\" [moi], nuestra \"conciencia individual\", no sean otra cosa que una alucinación: tal como la de ese enfermo que, en plena bouffée delirante, me aseguraba en un pasillo del hospital psiquiátrico de Armentières (norte de Francia, cerca de la frontera belga): \"Escuche, estoy muerto. Soy Jacques Mesrine. Se dice que lo ha matado la policía, pero no es verdad. ¿Qué debo hacer?\" Inútil precisar que Mesrine, delincuente célebre por sus modos caballerescos y sus múltiples e increíbles evasiones, había sido ejecutado, en la calle, por la policía.

Es igualmente alucinante la inversión de roles que repetidamente en el curso de la novela de Cervantes, y más especialmente sobre el final, hace del caballero de la triste figura, un hombre sensato; y, de su escudero Sancho, un delirante. Notando en su fiel pero rústico camarada de andanzas una insoportable propensión a citar proverbios a cada rato, Don Quijote se inquieta por su salud mental. Así mismo cuando Sancho, entrando de manera empática en el delirio amoroso de su señor, pretende haber reencontrado a la sublime Dulcinea del Toboso, siendo que lleva ante Don Quijote a una paisana fea y sucia; el caballero, totalmente lúcido, toma a Sancho por un loco. En otras ocasiones, el escudero llega sin embargo a imponer una alucinación al caballero. Pero no lo logra en la última hora, cuando todo delirio abandona al mitómano y los esfuerzos desesperados de Sancho no logran hacer entrar a Don Quijote en la ciudad de los locos: \"levántese de esa cama, y vámonos al campo vestidos de pastores, como tenemos concertado; quizá tras de alguna mata hallaremos a la señora doña Dulcinea desencantada, que no hay más que ver!\"*

En la lógica de inversión carnavalezca, tan bien resaltada por Bakhtine, se puede ver un riesgo de \"locura\" para la democracia (8). El relato de Cervantes nos invita a emitir una duda radical sobre los criterios de admisión en la ciudad de los locos como en la de los sabios. Esta duda está fundada en el poco de consistencia o de coherencia de la realidad y en la amenaza permanente de una realidad \"encantada\". Entre la débil identificación a la realidad tal como ella nos es dada -la herida surrealista según Joseph Gabel (9)- y la excesiva identificación a esta misma realidad -la herida surrealista según el mismo autor-, la vía es estrecha. Ella es sin embargo considerada muy espaciosa por la psiquiatría que se pretende \"científica\", cuando se propone producir su autoevaluación.

Tomemos un ejemplo reciente, entre los cientificistas menos delirantes. Una psiquiatra (10), Nielle Puig Vergés, observa de entrada que \"el campo de intervención de la psiquiatría (allí comprendida en su dimensión psicopatológica) va más allá de lo que antes era definido como enfermedad mental. Este campo se extiende a las dificultades psicopatológicas y psicosociales, a las acciones de prevención o de rehabilitación -reinserción y ya no se limita solo a la terapéutica de las perturbaciones mentales instaladas: la noción de conservación o restitución de la salud mental deviene, entonces, un objetivo específico\".

Se percibe inmediatamente que la clasificación, indispensable para una buena evaluación (estará acaso hecha la primera más para esto último que para el diagnóstico y la terapia?) es muy problemática. Otra dificultad: las técnicas codificadas de evaluación no provienen del Quijote, sino que han sido \"importadas en su mayor parte de los EE.UU.\", principal modelo del mundo en vías de globalización para todo lo que concierne la \"racionalidad\" económica y el comportamiento \"políticamente correcto\". La American Psychiatric Association busca desde 1975 imponer sus criterios de evaluación a la Organización Mundial de la Salud. A pesar de algunos aportes europeos (¿por qué no latinoamericanos, africanos, asiáticos?), la Carta de la OMS permanece, con mucho, influida por los EE.UU., en lo que concierne a Francia, por el Consejo de Europa, esta Carta sobre la evaluación encuentra dos tipos de resistencias, debidas, según nuestra autora, a dos razones: 1) la disminución de los costos, que entra en contradicción con la calidad de los cuidados, y 2) las querellas alrededor de la sectorización \"en la óptica de la desinstitucionalización de las enfermedades\" (siendo el término de \"desinstitucionalización\" aquí fallido, como se ver más adelante).

Otra dificultad proviene de la tendencia a la cuantificación, de la \"primacía dada a los resultados cifrados en la esperanza de mejorar los criterios objetivos\". Esta esperanza deja perpleja a la autora de la comunicación, siendo que los diversos campos de aplicación producen, ellos mismos, sus criterios según \"tres niveles de estudios, siendo ellos mismos objeto de subdivisiones\" (noten la pulsión clasificatoria, \"encantada\", fascinada por la idea de la partícula última!):


- el estudio de la estructuras de cuidados

- el estudio de los procesos de cuidados

- el estudio de los resultados




En lo que concierne más precisamente a la evaluación clínica, technology assessment, \"el aporte de la C.I.M 10 (11) (que se impone al DSM-IV americano), marca el abandono de la separación neurosis/psicosis en provecho de diagnósticos diversificados y afinados; la distinción del grupo de las perturbaciones mentales (enfermedad mental) en relación a las perturbaciones de la personalidad y a los estados de stress (inducidos por fenómenos psíquicos, físicos o ambientales) entraña un aumento de los fenómenos a evaluar\". He aquí el \"yo\" [moi] alucinatorio sometido a una nueva clasificación tr·gica de gravedad descendente.

Unicamente para mayor gloria de la evaluación! Los tratamientos físicos y quimioterápicos formulan, tal vez, menos problemas clasificatorios que la evaluación de las psicoterapias, \"la cual supone una adecuación del protocolo al soporte teórico y una reformulación de aquello que puede ser designado como psicoterapia entre las 400 técnicas enumeradas que pretenden serlo\". Visto que, nota ingenuamente el autor, \"los resultados de la evaluación son susceptibles de divergir según que ella sea conducida por el clínico, por la familia o por el paciente\". Y luego, finalmente, la clasificación no estaría completa si uno olvidara \"la calidad de vida\", que para la medicina está \"estrictamente correlacionada a la definición de la salud propuesta por la OMS como un estado de bienestar completo, físico, psíquico y social\"!





3- El Estado, interpretador último de la locura? Incluso a través de las instituciones internacionales como la OMS o algún organismo de la Unión europea o de tal o tal unión económica continental o subcontinental (por ejemplo el Mercosur), es el Estado quien, visiblemente o invisiblemente, en ?ltimo análisis (institucional...) impone en el local de un establecimiento psiquiá·trico o de una zona sectorizada, los criterios de evaluación de la locura- y de allí, los criterios de entrada y de salida de la institución psiquiátrica-. Esta última, de ninguna manera se confunde con un local cualquiera. El abuso de lenguaje que aplica maquinalmente la palabra \"institución\" a un establecimiento o a una asociación local, está políticamente muy imbuido: él acompaña la denegación de lo que es verdaderamente una institución social, en su transversalidad estatal. Francois Tosquelles, Jean Oury y el autor de estas líneas hemos, con otros, insistido mucho sobre esto, sin gran éxito, ante la población de los \"psi\", de los trabajadores sociales, de los formadores. Las tres curas ambulatorias que Cervantes hace padecer a su héroe no están menos en referencia a la institución médica de su época que el asilo de locos, anexado al obispado de Toledo, donde el falsario Avellaneda, autor de una segunda parte apócrifa del Quijote, encierra al caballero a guisa de happy end.

Hablar de \"desinstitucionalización\" (cf. más arriba, la Sra. Puig-Vergés) para designar la política de sector torna aún más violento el abuso de lenguaje: para quien ha estudiado durante un largo período, una \"estructura intermedia\" en un \"sector\" del departamento del Norte, en Francia (12), lo que salta a la vista es la pregnancia de la institución psiquiátrica en la vida cotidiana de los enfermos sectorizados.

¿Cómo podemos leer sin reírnos la afirmación siguiente?: \"Los cuidados activos pueden \"instituirse\" sin institución, sin perturbar demasiado la cotidianeidad existencial\" (13). Nadie osar· negar que a través de la institución de concentración alemana, era el Estado SS quién determinaba la clasificación de los detenidos y los criterios de entrada y de salida en cualquiera de esos campos. En este sentido se dirá que la institución totalitaria es analizador de la institución total, psiquiátrica o carcelaria. Este analizador permite percibir, incluso si las condiciones de encierro son muy diferentes en el caso de la psiquiatría de reclusión o abierta, la implicación global (estatal) de un local. La lógica clasificatoria es la llave del campo estatal, cuya extensión y profundidad -Foucault ha contribuido a mostrarlo- son mucho más vastas y complejas que lo que imagina la ciencia política.

Auschwitz no es una excepción: es un paroxismo, una lógica clasificatoria llevada hasta los límites extremos de un champ/camp de exterminio del Otro como insoportable y, en el caso de los judíos, como super gran Otro. Lo mismo ocurre con el concepto de locura, incluso si el \"altruismo\" (palabra inventada por el filósofo y sociólogo loco, Augusto Comte) atenúa el rechazo brutal del otro, implícito en toda tentativa de clasificación bajo el control del Estado. Este último pase impone a la institución psiquiátrica un cierto tipo de control, apoyándose en los avances de la biología, de la química, de la psicología, de la sociología... En el límite, se puede decir que el Estado intenta establecer, institucionalizar la locura como último punto de localización y límite de su propia locura, de su naturaleza insoportable. Los esfuerzos de integración, de inversión van a veces, pero demasiado raramente, en el sentido de la reconstitución de una comunidad vivible para los enfermos, un ecosistema en el cual vivía en otros tiempos \"el idiota del pueblo\", cuyo modelo sigue siendo Don Quijote. Estos esfuerzos chocan contra el desarrollo monstruoso del carácter no vivible de las anti-comunidades urbanas sujetas a la particularización, al desempleo, a la precariedad, la inseguridad, a la muerte del valor \"trabajo\". Junto al humorista francés Pierre Dac, se debería publicar, en el diario este pequeño anuncio: \"idiota busca pueblo\".

Traducción: Roberto Cueva.



Notas

* N del T: El autor juega con \"champ\": \"campo\", en sentido amplio, con las mismas acepciones que en el castellano; y \"camp\": \"campo\", en sentido militar como \"campamento\"; \"campo de prisioneros, de concentración o exterminio\". Traduciremos ambas palabras por \"campo\", librando al contexto de su significación

* N del T: En castellano, en el original

(1) Champ campo y camp campo en el sentido del campo de concentración, del cuartel.

(1) Jean Cavillés, Méthode axiomatique et formalisme, París, Hermann, 1938

Jacques Guigou, La cité des ego, Grenoble. Editions de l impliqué, 1987

Hannah Arendt, The Origins of totalitarism, tercera parte, New York 1951, 1958, 1966, y 1968, traducción francesa Le système totalitaire, Le Seuil, 1972

Charlotte Delbo, Le convoi du 24 Janvier, Paris. Editions de Minuit, 1965

Eugène Kogon, Der SS Staat, Das system der deutschen konzantrationslager, Frankfurt, 1946, traducción francesa 1947, La Jeune Parque, con el título L enfer organisé et le Etat SS, Le Seuil, 1970. Hannah Arendt a menudo se ha servido de éste estudio.

Franco y Franca Basaglia (bajo la dirección de), Crimini di pace. Ricerche sugli intellettuali e sui tecnici come addeti all oppresione, Torino, Einaudi editore, traducciónes en muchas lenguas, entre las cuales la francesa, Paris, PUF, 1980, Les criminels de paix. Otros colaboradores de la obra: Dedijer, Foucault, Castel, Lourau, Chomsky, Laing, Goffman, Szasz.

Jorge Luis Borges, \"Magias parciales del Quijote\", en Otras inquisiciones, Buenos Aires, Emecé Editores, 1960

Dany Dufour, Folie et democratie. Essai sur la forme unaire, Paris, Gallimard, 1996

Joseph Gabel, La fausse conscience, Paris, Editions de Minuit, 1962

Nielle Puig-Vergès, \"Evaluation et santé mentale\", Coloquio \"Politique de Santé et évaluation\", Universidad de Paris 8, diciembre 1995, Univers, Nº 2.

El C.I.M.10 es la publicación de la OMS que concierne a las descripciones clínicas y las directivas para el diagnóstico en psiquiatría

Réné Lourau, La psyichiatrie, áa se soigne. Informe sobre una \"estructura intermedia\" en psiquiatría. L Agora, 1983-1990, Informe para la Dirección departamental de asuntos sanitarios y sociales (DDASS) del departamento del Norte, 1992.

Adolfo Fernandez-Zo�la, \"Intentando pensar la locura con kostas Axelos\", en L art du comprendre. Estudios de Daseinsanalyse, Nº 5/6, 1996



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