Del Tomo I al Tomo III de El Capital de Marx

Celia Duek y Graciela Inda
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Publicado el: 2014-09-04

    


En este artículo nos proponemos examinar uno de los problemas centrales del pensamiento económico de Marx: el de la relación que guardan entre sí los conceptos de valor y plusvalía por una parte, y los de beneficio comercial, interés y renta del suelo, fo

 

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Del Tomo I al Tomo III de El Capital de Marx: el valor trabajo y la plusvalía en su relación con los precios de producción y las formas de circulación de la plusvalía.
Celia Duek y Graciela Inda





Palabras introductorias
En este artículo nos proponemos examinar uno de los problemas centrales del pensamiento económico de Marx: el de la relación que guardan entre sí los conceptos de valor y plusvalía por una parte, y los de beneficio comercial, interés y renta del suelo, formas transfiguradas de la plusvalía o formas de renta, por otra.
Tal abordaje pretende estudiar a Marx no sólo como el gran teórico que fue sino también, y sobre todo, como un pensador actual por los interrogantes y conceptos que formula, en este caso, en el campo del análisis de los aspectos económicos del capitalismo.
Lo que está en cuestión aquí, podemos desde ya decirlo, es si las formas de renta, analizadas extensamente en el Tomo III de El Capital (publicado por Engels en 1894), están determinadas por el funcionamiento de la ley del valor trabajo, expuesto en el Tomo I (1867). Temática ésta íntimamente relacionada con otra que la precede en el orden lógico de El Capital: la de la transformación de los valores de producción en precios de producción. Veremos todo esto en detalle.
Por ahora, simplemente deseamos señalar que una lectura atenta e interrogativa del sistema de conceptos mediante los cuales Marx explica el funcionamiento económico del modo de producción capitalista se justifica por la importancia de lo que está en juego. Se trata de someter a prueba, en el discurso teórico de El Capital, el postulado de la primacía de la producción respecto del momento del intercambio, formulado con vehemencia, por ejemplo, en la celebérrima Introducción a la crítica de la economía política de 1857.
Vale aclarar que desde nuestra perspectiva la producción teórica de Marx está lejos de conformar una obra acabada y carente de contradicciones. Pero esas oscilaciones, creemos, no constituyen en absoluto un punto débil de Marx. Por el contrario, cuestionan la existencia misma de una actividad teórica pretendidamente coherente y terminada, de un discurso cerrado, dogmático.
La actitud intelectual de Marx de constante cuestionamiento y reelaboración conceptual nos autoriza a desmenuzar su discurso, a formularle preguntas, a emular, salvando las enormes distancias, su propia práctica de lectura crítica (que Althusser llamó sintomática o productiva) como modalidad específica del análisis teórico. El desigual desarrollo de la labor teórica de Marx nos permite situar a El Capital como terreno privilegiado de la indagación aquí planteada.
1. El concepto de valor trabajo
En la Primera Sección del Tomo I de El Capital (Tomo I) Marx hace el análisis del concepto de valor. Muestra la diferencia radical entre los dos aspectos de la mercancía: su utilidad (valor de uso) y su valor de cambio. La utilidad social de las mercancías remite a los caracteres ?concretos? del trabajo que los produce. El valor de cambio remite únicamente al trabajo ?abstracto?, es decir, a la cantidad de fuerza humana gastada en la producción, homogénea e intercambiable. En segundo lugar, distingue la cantidad de valor de los productos de su forma valor, que hace que, en la práctica cambista, una cantidad de una mercancía dada represente la cantidad de valor de otra mercancía. Esta distinción le permite exponer una génesis lógica de las ?formas transformadas? sucesivas del valor, cuyo término es la forma dinero ?equivalente universal? de todas las demás mercancías.
El concepto de valor remite de inmediato a su consideración como punto de ruptura con la economía política clásica. El que en el modo de producción capitalista todas las mercancías no sean más que la coagulación de cantidades determinadas de tiempo de trabajo socialmente necesario puesto en marcha por la fuerza de trabajo de una clase especial, la obrera, desposeída de medios de producción, es en efecto nuclear en la crítica de Marx a los economistas clásicos ingleses que le precedieron.
El análisis marxista no conduce a un principio cuantitativo de determinación de los valores, frontera de los economistas clásicos, sino que coloca en primer plano la forma histórica de organización del trabajo que confiere a los productos la forma de valores, se pregunta por la naturaleza específica del proceso social que determina que todos los productos asuman la forma de valor.
Para los economistas clásicos la forma valor de los productos del trabajo en el capitalismo es un dato inicial no superable. Y si se interrogan acerca del ?origen? de esta forma, lo hacen a partir de la esfera del cambio, por ejemplo, a partir de la utilidad recíproca de los propietarios. El problema constitutivo de la economía clásica es, como dijimos, el de las variaciones cuantitativas del valor, una vez que esta forma es dada. En cambio para el materialismo histórico, insistimos, el primer problema es el de explicar la constitución misma de la forma valor, resultado de un proceso social e histórico.
El estudio del trabajo social como fuente del valor remite en Marx directamente a la cuestión de la explotación de una clase por otra. El proceso de producción de valor y el proceso de producción de plusvalía son un mismo proceso e implican ya la lucha de clases. Como se ve, es mucho lo que está en juego en torno al proceso de valorización.
Adherir al concepto de determinación del valor y del plusvalor por el tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción, puesto en acción por la fuerza de trabajo, implica considerar a la plusvalía como producto del capital variable. Por el contrario, postular que el valor de los productos no está determinado por el trabajo social medio necesario para producirlos equivale a asegurar que la ganancia capitalista es un producto del capital en su conjunto. En el segundo caso, para decirlo aún más claramente, se está poniendo en jaque lo que constituye el meollo de la diferencia radical entre el concepto marxista de valor y la noción de valor trabajo propia de los economistas clásicos.
La ley del valor tal como la concibe Marx también implica que los precios de las mercancías tienden a acercarse al nivel del valor, es decir, al tiempo de trabajo socialmente necesario empleado en la producción. Pero no es tan simple. Veámoslo de cerca.
2. El problema de la transformación de los valores en precios de producción
2.1. Plusvalía y ganancia. Tasa de plusvalía y tasa de ganancia
Lo más indicado es abordar, en primer lugar, el problema de la transformación de la plusvalía en ganancia como figura en el Tomo III de El Capital y en algunas cartas esclarecedoras de Marx y Engels. ?El beneficio es para nosotros, en primer lugar, tan sólo otro nombre u otra categoría de la plusvalía. Puesto que, debido a la forma que toman los salarios, el conjunto del trabajo parece ser retribuido, la parte no pagada parece provenir necesariamente, no del trabajo sino del capital y no de la parte variable del capital sino del capital como un todo. De este modo, la plusvalía asume la forma del beneficio, sin diferencia cuantitativa alguna entre uno y otro. Esta es solamente la forma ilusoria en que aparece la plusvalía? (Carta de Marx a Engels, 1868) .
Una cosa es lo que la mercancía cuesta al capitalista y otra cosa lo que cuesta producir la mercancía. El costo de una mercancía para el capitalista se mide por la inversión de capital, y el costo real de la mercancía por la inversión de trabajo. La parte del valor del producto formada por la plusvalía no le cuesta nada al capitalista, es al obrero a quien cuesta trabajo no retribuido. Pero a los fines de explicar la transformación de la plusvalía en ganancia este examen, Marx llama precio de costo de la mercancía a lo que el capitalista mismo considera precio de costo. Llamando pc al precio de costo, la fórmula M = c + v + p (valor de la mercancía = valor del capital constante más valor del capital variable más plusvalía) se convierte en la fórmula M = pc + p (valor de la mercancía = precio de costo + plusvalía) .
El precio de costo designa la reposición del valor-capital invertido en la producción de un producto y no tiene nada que ver con la creación del valor de la mercancía ni por lo tanto con el proceso de valorización del capital. Además, el precio de costo capitalista de la mercancía difiere cuantitativamente de su valor, de su precio de costo real: es menor que el valor de la mercancía pues si M = pc + p, pc = M - p.
En el concepto de precio de costo -dice Marx- la parte invertida en trabajo no se distingue de la parte de capital invertida en medios de producción porque desempeñe un papel distinto en el proceso de creación de valor. El precio de los medios de producción reaparece en el precio de costo de la mercancía del mismo modo que reaparece el precio de las jornadas de trabajo invertidas en su producción. La diferencia entre el capital constante y el capital variable desaparece aquí. Es decir, que el precio de costo es igual al desembolso del capital realmente invertido en la producción.
¿Y la plusvalía que junto al precio de costo constituye el valor del producto? Marx demuestra en el Tomo I que la plusvalía no proviene de la circulación sino de un incremento del capital variable, del capital invertido en fuerza de trabajo. Pero ahora la plusvalía aparece como el remanente del valor de la mercancía sobre su precio de costo. Por tanto, aunque la plusvalía sólo es un incremento del capital variable, al finalizar el proceso de producción representa un incremento de valor de c + v, del capital global desembolsado. Y no solamente un incremento del capital desembolsado sino de todo el capital invertido en la producción. Entonces el capitalista cree que el incremento de valor brota de las operaciones productivas realizadas con el capital, es decir, del capital mismo.
Así representada, como producto del capital global desembolsado, la plusvalía reviste la forma transfigurada de ganancia. La ganancia se produce cuando una suma de valor se invierte como capital. Si llamamos g a la ganancia, tendremos que la fórmula M = c + v + p = pc + p, se convierte en la fórmula M = pc + g (valor de la mercancía = precio de costo + ganancia). La ganancia capitalista no es para Marx otra cosa que la plusvalía bajo una forma transformada.
Podemos ahora comprender los conceptos de cuota de plusvalía y cuota de ganancia. Al respecto dice Marx: ?La transformación de la plusvalía en ganancia debe derivarse de la transformación de la cuota de plusvalía en cuota de ganancia, y no a la inversa. En realidad, fue la cuota de ganancia la que sirvió, históricamente, de punto de partida? . Más adelante, con la conversión de la ganancia en ganancia media, también la ganancia aparecerá numéricamente como una magnitud distinta de la plusvalía.
Aunque sólo es la parte variable del capital la que produce plusvalía, lo hace únicamente con la condición de que se cubran también las demás partes integrantes del capital. Como el capitalista sólo puede explotar el trabajo mediante el desembolso del capital y sólo puede valorizar el capital constante (aquel invertido en medios de producción) mediante el desembolso del capital variable, es lógico que ambas partes se le presenten conjuntamente. Del costo del producto forman parte todos los elementos integrantes de su valor pagados por el capitalista, y la plusvalía (o ganancia) consiste en el remanente del valor de la mercancía sobre su precio de costo (es decir, en el remanente de la suma total de trabajo contenida en la mercancía después de cubrir la suma de trabajo retribuido que en ella se encierra).
La cuota de plusvalía o tasa de plusvalía (que es la forma capitalista de la tasa de explotación, es decir, la proporción de trabajo excedente con respecto al trabajo necesario) se obtiene considerando el capital variable y la plusvalía (obviamente, no se toma en cuenta el capital constante que no crea valor). Mientras que la cuota de ganancia relaciona la plusvalía con el capital total.
La magnitud de la tasa de plusvalía es determinada por tres factores: la duración del día de trabajo, la cantidad de productos que entran en el salario real y la productividad del trabajo. El primero establece el tiempo total que debe dividirse entre el trabajo necesario y el trabajo excedente, y el segundo y el tercero juntos determinan cuánto de ese tiempo debe contarse como trabajo necesario. La tasa de plusvalía puede elevarse ya sea por una expansión del día de trabajo (plusvalía absoluta) o por una rebaja del salario real o por un aumento de la productividad del trabajo (plusvalía relativa), o bien por alguna combinación de esas operaciones.
Marx trabaja casi siempre con la suposición simplificada de que la tasa de plusvalía es igual en todas las ramas de la industria y en todas las empresas dentro de cada industria. Esta suposición implica ciertas condiciones. Primero, debe haber una fuerza de trabajo homogénea, transferible y móvil (competencia entre los trabajadores y migración continua de una esfera de la producción a otra). Segundo, cada industria y todas las empresas dentro de cada industria deben emplear exactamente la cantidad de trabajo que sea socialmente necesaria en las circunstancias existentes (ningún productor opera con un nivel de técnica excepcionalmente alto o excepcionalmente bajo).
La tasa de ganancia está determinada, fundamentalmente, por dos factores: la tasa de plusvalía y la composición orgánica del capital (amplitud en que el trabajo es provisto de capital constante). También aquí es necesario tener en cuenta las precisiones que introduce Marx. En primer lugar, la identificación de la plusvalía con la ganancia supone que no hay que pagar ninguna porción de la plusvalía al propietario en la forma de la renta. En segundo lugar, la tasa de ganancia se calcula sobre el capital realmente empleado en la producción, mientras que el capitalista calcula usualmente la tasa de ganancia sobre su inversión total por un período dado. Pero la inversión total no es generalmente igual que el capital empleado durante, por ejemplo, un año, ya que el tiempo de rotación de los distintos elementos de la inversión total varía. A fin de simplificar la exposición y de poder hablar de una tasa anual de ganancia, Marx hace la suposición de que todo capital tiene un idéntico período de rotación de un año.
Lo anterior no significa que Marx ignorara las cuestiones relacionadas con los períodos de rotación. Gran parte del Tomo II está dedicada a ese problema. Aquí simplemente retomaremos ciertas ideas básicas. Las partes del capital invertidas en máquinas y en edificios, cuyo valor sólo se restituye por partes, se llama capital fijo. Las partes del capital colocadas en materias primas y en fuerza de trabajo, cuyo valor entra en su totalidad en el producto terminado a lo largo de un ciclo de producción, se llama capital circulante. Evidentemente, cuanto más grande es el capital fijo, más lento es el movimiento de rotación y cuanto más grande es la parte inmóvil del capital menor será la tasa de ganancia del capitalista calculada con relación al capital global en un año. Respecto de la rotación del capital, Marx obtiene una conclusión importante: hay una disminución de la rotación del capital por causa del desarrollo técnico .
Puede resumirse brevemente la influencia de la rotación sobre la producción de plusvalía y, también, por tanto, de ganancia diciendo que el tiempo necesario para la rotación hace que no pueda emplearse simultáneamente en la producción todo el capital, por lo que una parte del capital se halla constantemente inactivo. Así, el capital puesto en la producción activa se ve reducido constantemente, y por lo tanto, también la plusvalía producida y apropiada. Cuanto más corto es el período de rotación, menor es también esta parte ociosa del capital, comparada con el capital en su conjunto, y mayor (si se suponen las demás circunstancias invariables) la plusvalía apropiada. Y como la cuota de ganancia sólo expresa la proporción entre la masa de plusvalía producida y el capital total invertido en su producción, cualquier acortamiento del período de rotación hace que aumente la tasa de ganancia. El método principal para acortar la fase de la producción consiste en aumentar la productividad del trabajo, y el más apto para acortar la fase de la circulación consiste en el mejoramiento de las comunicaciones.
Si bien la tasa de ganancia es la proporción crucial desde el punto de vista del capitalista no hay que olvidar nunca que depende de la tasa de plusvalía y de la composición orgánica del capital (matemáticamente, la tasa de ganancia es una función de la tasa de plusvalía y de la composición del capital). Este es el procedimiento que Marx desarrolla en el Libro III y que explica que los factores que determinan la tasa de ganancia sean los mismos que determinan la tasa de plusvalía y la composición del capital. Como en el caso de la tasa de plusvalía, también en el de la tasa de ganancia se supone la igualdad general entre las industrias y las empresas: a la movilidad de los trabajadores corresponde la movilidad del capital, considerando una igualdad general en el nivel de la técnica.
Es interesante notar cómo permaneciendo idéntica la cuota de plusvalía puede variar la cuota de ganancia. A base de una plusvalía dada, la cuota de ganancia sólo puede aumentar disminuyendo el valor del capital constante necesario para la producción de las mercancías. Es decir, la disminución del valor del capital constante aumenta la cuota de plusvalía. Marx analiza las circunstancias que lo disminuyen (considerando la masa y la cuota de plusvalía dadas): concentración de los medios de producción y su empleo en masa, transformación de los excedentes de la producción en nuevos elementos de producción, acortamiento del tiempo de circulación del capital constante, mejoramiento de la maquinaria (reducción del desgaste del capital fijo), economía mediante inventos.
Todas son formas de economías del capital constante, fruto del desarrollo progresivo de la industria: la elevación de la cuota de ganancia en una rama industrial se debe al desarrollo de la capacidad productiva del trabajo en otra rama. El capitalista se beneficia con una ganancia que es producto del trabajo social, aunque no sea producto de los obreros directamente explotados por él. Es el aumento de la productividad del trabajo en la producción de medios de producción lo que hace que disminuya relativamente el valor del capital constante empleado por el capitalista.
Pero hay otra forma de incremento de la cuota de ganancia (suponiendo invariantes la masa de plusvalía y la cuota de plusvalía) que en lugar de relacionarse con la economía del trabajo que produce el capital constante se basa en la economía en el empleo del capital constante mismo. Esta forma de economía se deriva directamente de la cooperación y de la forma social del trabajo dentro de la misma rama concreta de producción o de la producción de maquinarias, etc., en una escala en que su valor no aumente en el mismo grado que su valor de uso. La economía que un capital consigue en su propia rama de producción consiste primordialmente en la economía del trabajo, es decir, en la reducción del trabajo retribuido de sus propios obreros.
La economía en el empleo del capital constante es resultado, en parte, del hecho de que los medios de producción funcionen y se consuman como medios de producción del obrero combinado (de tal modo que esta economía aparece como un producto del carácter social del trabajo directamente productivo), y en parte, es fruto del desarrollo de la productividad del trabajo en aquellas ramas que suministran al capital sus medios de producción.
Cuando se enfoca el trabajo total frente al capital total, y no sólo los obreros contratados por un capitalista particular frente a este capitalista, la economía del capital constante se presenta como producto del desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo social. Es decir, esta economía en el empleo de los medios de producción es característica, dice Marx, del régimen de producción capitalista que conduce al desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo social y a la economía en el empleo del capital constante en un mismo movimiento.
Una de las conclusiones que interesa destacar es que, del mismo modo que el capital tiene la tendencia a reducir el trabajo vivo a trabajo necesario, y a acortar constantemente el trabajo necesario para la elaboración de un producto mediante la explotación de las fuerzas productivas del trabajo, tiende también a emplear este trabajo reducido en las condiciones más económicas (o sea, reducir al mínimo el valor del capital constante empleado).
Otra conclusión importante, y que en realidad ya está contenida en el análisis anterior, es que dando por supuesta como constante la cuota de plusvalía, la cuota de ganancia que arroja un capital dado puede aumentar o disminuir por efecto de circunstancias que modifiquen el valor de cualquiera de las partes del capital constante (afectando la proporción entre los elementos constantes y variables del capital). También que las circunstancias que alargan o acortan el tiempo de rotación de un capital, pueden afectar la cuota de plusvalía. Y como la masa de la ganancia es idéntica a la masa de la plusvalía, la masa de ganancia no resulta afectada por las fluctuaciones anteriores.
El último punto es fundamental puesto que demuestra claramente que las modificaciones del valor del capital constante (por ejemplo: innovaciones tecnológicas) no producen plusvalía. Solamente pueden hacer aumentar la cuota de ganancia, y no la masa de ganancia. Un buen ejemplo de cómo en Marx son las relaciones de producción, en este caso las capitalistas, las que determinan las fuerzas productivas.
Al analizar cómo las variaciones transitorias de capital modifican la tasa de beneficio al tiempo que permanece constante la tasa de plusvalía, puede Marx establecer que ? (...) la tasa de beneficio se distingue enseguida y realmente de la tasa de plusvalía, puesto que en un caso la fórmula es p / v y en el otro p / c + v, de donde se sigue de inmediato que la tasa de beneficio es menor que la tasa de plusvalía, a menos que c = 0 (cero) ? .
2.2. Formación de la tasa de ganancia media
En la Sección Segunda del Tomo III de El Capital Marx introduce el supuesto de la distinta composición orgánica de los capitales en las diferentes ramas de producción, y la consiguiente diversidad de las cuotas de ganancia. Parte de suponer que el grado de explotación del trabajo, y por lo tanto, la cuota de plusvalía y la duración de la jornada de trabajo en todas las ramas de producción entre las que se divide el trabajo social, tienen la misma magnitud. Lo que demuestra aquí es que, aunque el valor de la fuerza de trabajo, la duración de la jornada de trabajo y la cuota de plusvalía fuesen en todos los casos iguales, las masas de plusvalía contenidas en los valores de los distintos productos difieren en absoluto según la distinta composición orgánica de los capitales desembolsados para producirlos .
Las cuotas de ganancia de distintas ramas de producción coexistentes serán diferentes, si en igualdad de circunstancias, difiere el período de rotación de los capitales empleados o la proporción de valor entre las partes orgánicas integrantes de estos capitales en las distintas ramas. Aquí Marx muestra cuáles son los factores que determinan la existencia cuotas de ganancias disímiles en las diferentes ramas de producción: las diferencias en cuanto a la composición orgánica de los capitales y los diferentes períodos de rotación.
Hasta acá cuando Marx se refería a la composición orgánica del capital y la rotación del capital sólo tenía en cuenta los cambios operados dentro del mismo capital. Ahora considera las diferencias existentes entre inversiones de capital en distintas esferas de producción, considerando la media del capital total invertido en cada rama.
La distinta composición orgánica de los capitales es independiente de su magnitud absoluta. Lo que importa es qué parte de cada cien representa capital variable y qué parte representa capital constante. Marx encuentra que capitales de igual magnitud (sobre la base de la misma jornada de trabajo y del mismo grado de explotación de éste) pueden rendir cantidades muy distintas de ganancia, por producir cantidades desiguales de plusvalía. Esto es así ya que según la distinta composición orgánica del capital en las diversas esferas de producción difiere su parte variable, es decir, la cantidad de trabajo vivo puesto en acción por él, y por ende, la cantidad de trabajo sobrante que se apropia.
Solamente dentro de la misma esfera de producción, es decir, allí donde rige la misma composición orgánica del capital, o entre esferas de producción distintas pero de composición orgánica del capital idéntica, se hallan las masas de ganancias en razón directa a la masa de los capitales empleados.
Además de la distinta composición orgánica de los capitales, hay otra fuente de desigualdad de las cuotas de ganancia: las diferencias en cuanto a la duración del ciclo de rotación del capital en las distintas esferas de producción. Siendo las mismas la composición orgánica de los capitales y las demás circunstancias, las cuotas de ganancia se hallan en razón inversa a la longitud del período de rotación. Y el mismo capital variable, cuando efectúa su rotación en períodos de tiempo distintos, produce masas distintas de plusvalía anual. La diferencia de los períodos de rotación es, por lo tanto, otra de las razones que explica por qué capitales de igual magnitud invertidos en diferentes esferas de producción no producen ganancias iguales en los mismos períodos.
Resumiendo, la ley de que las ganancias se comportan entre sí como las magnitudes de los capitales respectivos sólo rige cuando se trata de capitales de igual composición orgánica e iguales períodos de rotación (bajo el supuesto, además, de que las mercancías se venden por sus valores).
Pero de inmediato Marx agrega que ?(...) no cabe la menor duda de que en la realidad, si prescindimos de diferencias accidentales, fortuitas y que se compensan entre sí, la diferencia en cuanto a las cuotas medias de ganancia no existiría ni podría existir en las distintas ramas industriales sin que ello representase la anulación de todo el sistema de la producción capitalista? .
Llegamos aquí, tras un largo pero necesario recorrido, al problema de la formación de una cuota de ganancia media y de conversión de los valores de los productos en precios de producción. Como los capitales invertidos en ramas de producción diferentes tienen, generalmente, composiciones diferentes, y como únicamente el capital variable es productor de plusvalía, esos capitales proporcionarían (en condiciones dadas de la explotación de la fuerza de trabajo) ganancias muy distintas si los productos fuesen vendidos por su valor. Esta situación no puede ser duradera. Marx plantea entonces el proceso por el cual se produce la cuota general de ganancia.
Estudiaremos entonces a continuación el método de transformación de los valores en precios de producción y el de la formación de una cuota de ganancia media, tal como son formulados en el Capítulo IX, Sección Segunda del Tomo III.
Como consecuencia de la distinta composición orgánica de los capitales invertidos en diferentes ramas de producción, es decir, como consecuencia de que ponen en movimiento cantidades distintas de trabajo sobrante, éstos producen cantidades muy diferentes de plusvalía. De aquí que las cuotas de ganancia que rigen en distintas ramas de producción sean muy distintas. Pero, estas distintas cuotas de ganancias son compensadas entre sí por medio de la concurrencia (transferencia o retiro de capital de una industria a otra) formando una cuota general de ganancia, que representa la media de todas aquellas cuotas de ganancia distintas. La ganancia que con arreglo a esa cuota general de ganancia, corresponde a un capital de determinada magnitud, cualquiera sea su composición orgánica, recibe el nombre de ganancia media.
Los precios obtenidos sacando la media de las distintas cuotas de ganancia en las diversas esferas de producción y sumando esta media a los precios de costo de las distintas ramas de producción son los precios de producción. Tienen como premisa la existencia de una cuota general de ganancia, la que a su vez supone que las cuotas de ganancia de cada esfera especial de producción se hayan reducido a cuotas medias.
Lo que encuentra Marx es que, considerando el capital total invertido en todas las ramas de producción, en la misma proporción en que una parte de los productos se venden por encima de su valor, otra parte se vende por debajo de su valor. Es evidente que el capitalista puede vender una mercancía por debajo de su valor con un beneficio, mientras la venda por encima de su precio de costo. Esto es fundamental para entender la igualación provocada por la competencia.
Dicha igualación sólo puede lograrse si los productos elaborados anualmente por el capital social se venden al precio de costo más la tasa media de ganancia sobre el valor del capital ya invertido. Pero esto significa que la determinación del precio de los productos no coincidirá con su valor. únicamente en aquellas ramas de la producción en que la composición del capital sea media, el precio coincidirá con el valor del capital invertido. Allí donde la composición es más elevada que la media, el precio está por encima del valor, y allí donde la composición es más baja que la media, el precio está por debajo del valor.
Marx denomina capitales de composición alta a aquellos que porcentualmente encierran más capital constante (y, obviamente, menos capital variable) que el capital social medio. Capitales de composición baja son aquellos en que el capital variable ocupa relativamente un lugar más amplio que en el capital social medio. Y los capitales de composición media son los que coinciden en cuanto a su composición orgánica con la del capital medio de la sociedad. Se entiende entonces que sólo en estos últimos el precio de producción coincide con el valor.
Las dos partes integrantes del precio de producción son el precio de costo y ganancia media, ahora ¿cuáles son sus características? El precio de costo implica la reposición de las partes del valor del capital consumidas en su producción, se atiene íntegramente a la inversión realizada dentro de las respectivas esferas de producción. El precio de costo es específico. En cambio, la ganancia que atañe a ese precio de costo no se rige por la masa de ganancia que el capital concreto produce en un período de tiempo dado en la esfera concreta de producción, sino por la masa de ganancia que corresponde por término medio a cada capital invertido, considerado como parte alícuota del capital total empleado en la producción conjunta, durante un período dado.
La cuota general de ganancia se halla determinada por dos factores: 1- por la composición orgánica de los capitales en las distintas esferas de producción, es decir, por las distintas cuotas de ganancia de las distintas esferas; 2- por la distribución del capital total de la sociedad entre estas distintas esferas, es decir, por la magnitud relativa del capital invertido en cada esfera especial de producción, es decir, la parte relativa de la masa del capital total de la sociedad que absorbe cada esfera concreta de producción.
Hasta acá Marx consideró a la plusvalía y a la ganancia como magnitudes idénticas. Ahora, con la transformación de la ganancia en ganancia media, sus magnitudes son distintas. Dado un grado de explotación del trabajo, la masa de plusvalía obtenida en una rama especial de producción es más importante para obtener la ganancia media total del capital social, es decir, para la clase capitalista en su conjunto, que directamente para el capitalista dentro de cada rama especial de producción. No sólo la cuota de plusvalía y la cuota de ganancia acusan una diferencia de magnitud, sino también, la plusvalía y la ganancia, entendida claro como ganancia media.
Por último, dos cuestiones relacionadas con la cuota general de ganancia sobre las que Marx insiste. 1- Podría pensarse, dice, que debido al gran número de causas distintas que pueden hacer bajar o subir la cuota de ganancia, la cuota general de ganancia cambia constantemente. Pero no es así puesto que el movimiento operado en una esfera de producción se encarga de neutralizar el de las otras. Las influencias se compensan entre sí. La cuota general de ganancia se halla determinada por la distribución del capital total entre las distintas esferas especiales, y cómo esta distribución varía constantemente, constituye otra causal de cambios. Pero también aquí el carácter ininterrumpido de este movimiento hace que los cambios se neutralicen entre sí. 2- Las fluctuaciones de la cuota de ganancia dentro de cada esfera de producción necesitan un período más o menos largo antes de influir en la cuota general de ganancia.
Estamos ya en condiciones de entrar de lleno en la cuestión que nos convoca: la transformación de los valores de producción en precios de producción, que ya supone la formación de una cuota de ganancia media, ¿plantea una contradicción a la ley del valor? La palabra la tiene Marx.
2.3. La ley del valor-trabajo y la tasa media de ganancia
Marx mantiene en todo momento la tesis de que la formación de una tasa general de beneficio y, por consiguiente, la transformación de los valores de producción en precios de producción, se realizan sobre la base de la ley del valor. ?En los Libros I y II nos ocupamos solamente de los valores de las mercancías. Ahora se ha desglosado como una parte de este valor, de un lado, el precio de costo y de otro lado se ha desarrollado como una forma transfigurada del valor el precio de producción de la mercancía? .
¿Qué significa esta tesis? Que si se considera la totalidad de las ramas de producción del régimen capitalista de producción, la suma de los precios de producción (precio de costo más beneficio medio) de los productos de esa totalidad es igual a la suma de sus valores . Parece contradecir el hecho de que en la producción capitalista los distintos elementos del capital productivo se obtienen en el mercado, por lo cual sus precios encierran una ganancia ya realizada. Por lo tanto, el precio de producción de una rama industrial puede contener en su precio de costo la ganancia de otra rama. Pero esta dificultad, contesta Marx adelantándose a nuestra objeción, desaparece si se pone de un lado la suma de los precios de costo de todas las mercancías producidas por el capital social y del otro la suma de sus ganancias. Esto es posible porque los capitalistas no incluyen en sus propios precios de costo la ganancia que obtienen, sólo figura en el precio de costo de otra esfera de producción, se contabiliza por tanto una sola vez.
Las divergencias entre los precios de producción de las mercancías y el valor que contienen se equilibran entre sí puesto que si en un producto figura demasiada plusvalía en otro figura muy poca.
Considerando el capital social total, la suma de valor de las mercancías producidas por él es igual al valor del capital constante más el valor del capital variable más la plusvalía. Suponiendo constante el grado de explotación del trabajo, la cuota de ganancia media sólo puede cambiar cuando cambia el valor del capital constante o el valor del capital variable, o cuando cambian los dos al mismo tiempo. Es decir, un cambio en la cuota general de ganancia presupone un cambio de valor de los elementos integrantes del capital constante, del variable, o de los dos. También puede variar la cuota general de ganancia cuando se modifica el grado de explotación del trabajo, permaneciendo constante el valor de los productos.
Como consecuencia directa de lo anterior debe entenderse que, en períodos cortos, la modificación de los precios de producción debe explicarse, en primer lugar, a partir de un cambio real del valor de los productos. En períodos cortos puesto que la modificación de la tasa general de ganancia es siempre resultado tardío de fluctuaciones que se dan en largos períodos.
En carta a Engels de 1862, Marx reprocha a Ricardo, agregando un capítulo más a su incesante crítica a la economía clásica, el confundir valor con precio de costo. En efecto, lo que Marx denomina precio de producción es llamado precio natural o costo de producción por los economistas clásicos, sin que ninguno de ellos desarrollara la diferencia entre el precio de producción y el valor. ?La competencia no reduce las mercancías a su valor, sino a su precio de producción, que es superior, inferior o igual a su valor, según la composición orgánica de los respectivos capitales? .
Cuando se trata de capitales de composición media, el precio de producción coincide con el valor. Todos los demás capitales tienden, bajo los efectos de la concurrencia, a nivelarse con éstos. Y como los capitales de composición media corresponden al capital medio de la sociedad, todos los capitales tienden a realizar la ganancia media, y por ende, los precios de producción. Esa ganancia media es la masa total de la plusvalía, es decir, la totalidad del trabajo no retribuido, dividida entre las masas de capital de cada esfera de producción en proporción a sus magnitudes.
La nivelación de la cuota general de ganancia por medio de la competencia (que hace que los capitales invertidos en ramas de producción que arrojan una ganancia inferior a la media emigren a otras cuya ganancia supera la normal) presupone la concurrencia entre los obreros y el desplazamiento de éstos de unas ramas de producción a otras. Si bien es un supuesto, también constituye una premisa efectiva del régimen capitalista de producción, aunque no se impone de manera absoluta. También supone que el grado de explotación del trabajo o cuota de plusvalía es constante.
Para explicar que la concurrencia produce una cuota general de ganancia y unos precios de producción - que no pueden confundirse con los valores de producción aunque se desarrollen sobre su base- Marx establece muy claramente que ?(...) toda la dificultad proviene del hecho de que las mercancías no se cambian simplemente como tales mercancías, sino como productos de capitales que reclaman una participación proporcionada a su magnitud en la masa de la plusvalía o participación igual si su magnitud es igual? .
Para ilustrar ese principio Marx imagina una interesante hipótesis: los obreros están en posesión de sus medios de producción, trabajan el mismo tiempo por término medio y con la misma intensidad y cambian sus mercancías entre sí (las cuales no son por ende productos de capitales). En tales condiciones, dos obreros añadirían al producto, durante una jornada, la misma cantidad de valor nuevo, pero el producto de cada uno de ellos tendría distinto valor según el trabajo incorporado con anterioridad a los medios de producción empleados (capital constante). Ambos obreros percibirían, después de resarcir la parte del valor constante, valores iguales. Sin embargo, la proporción entre la plusvalía y el valor de los medios de producción, que representa en la producción capitalista la cuota de ganancia, sería distinta en cada uno de los casos. Partiendo de este supuesto, la diferencia existente entre las cuotas de ganancia sería indiferente, puesto que a cada uno de ellos se le resarciría el valor de los medios de producción.
?El cambio de las mercancías por sus valores (...) presupone, pues, una fase mucho más baja que el cambio a base de los precios de producción, lo cual requiere un nivel bastante elevado en el desarrollo capitalista (...). Es, pues, absolutamente correcto considerar los valores de las mercancías, no sólo teóricamente sino históricamente, como el prius de los precios de producción. Esto se refiere a los regímenes en que los medios de producción pertenecen al obrero, situación que se da tanto en el mundo antiguo como en el mundo moderno respecto al labrador que cultive su propia tierra y respecto al artesano. Coincide esto, además, con nuestro criterio (...) de que el desarrollo de los productos para convertirse en mercancías surge del intercambio entre diversas comunidades y no entre los individuos de la misma comunidad. Y lo que decimos de este primitivo estado de cosas es aplicable a estados posteriores basados en la esclavitud y en la servidumbre y a la organización gremial del artesanado, en la medida en que los medios de producción pertenecientes a una rama de producción determinada sólo pueden transferirse con dificultad de una esfera a otra (...)? .
2.3. Primeras conclusiones
Como hemos visto, la tesis de Marx en cuanto al problema de la transformación es que, a nivel de la sociedad entera, la suma de los valores -es decir, la cantidad total de trabajo que se contiene en la suma global de la producción social- permanece siempre estrictamente igual a la suma de los precios de producción -los que se obtienen adicionando a los costos de producción la ganancia media-. Esto es así aunque los precios individuales difieren de los valores individuales. La concurrencia de capitales, que produce la perecuación de la tasa de ganancia, hace que las mercancías se vendan no en su valor sino según su precio de producción.
Ahora bien, ¿es consistente esa tesis? ¿qué consecuencias teóricas acarrea? Los especialistas en el tema acuerdan que en el modo de producción capitalista la ley del valor no regula directamente los precios. Claro, de lo contrario Marx no habría introducido el esquema de la transformación de los valores en precios de producción.
Pero más allá de eso, y si nos atenemos al seguimiento del orden teórico de El Capital presentado en las páginas precedentes, nos encontramos con que si bien el precio de producción de un producto, tal o cual, no es idéntico a su valor, los precios de producción de las mercancías consideradas en su totalidad se hallan regulados por su valor total. Los movimientos de los precios de producción, suponiendo las demás circunstancias invariables, se determinan por los movimientos de sus valores.
Por tanto, al analizar el valor del producto total de la sociedad puede, si se adopta el punto de vista abierto por Marx, prescindirse de la diferencia entre el precio de producción y el valor, sencillamente porque esta diferencia desaparece.
El valor global de los productos, o el precio de producción global determinado por su valor, se descompone en tres partes: una parte del valor es la que repone el capital constante (que representa el trabajo pretérito consumido bajo la forma de medios de producción), otra parte del valor representa el capital variable (valor por el que se mide la renta del obrero y que se convierte para él en salario en tanto parte del valor en que se traduce la parte retribuida del trabajo) y otra representa la plusvalía (parte del valor del producto en que se traduce el trabajo no retribuido o sobrante).
La plusvalía, a su vez, reviste para Marx distintas formas, que son al mismo tiempo formas de renta: las formas de ganancia del capital (interés del capital y beneficio del capital en funciones) y la renta del suelo.
En cuanto al valor de la producción, al igual que el valor de toda mercancía y de toda inversión concreta de capital, se reduce a dos partes. Una que repone el valor del capital constante invertido y otra que se traduce en las formas de salario, ganancia y renta del suelo.
En fin, por todo lo dicho, sostenemos la siguiente conclusión: el concepto de precio de producción considerado sobre la base del valor-trabajo es esencial, hace a la especificidad de la teoría marxista del funcionamiento del nivel económico del modo de producción capitalista. La fundamentaremos.
El concepto de valor remite a las condiciones materiales y sociales de la producción. Su eliminación en la explicación del ciclo económico del capital conduce a colocar como dominantes al interior de ese ciclo a las relaciones de circulación del capital. Renunciar al valor equivale a eludir el carácter de ruptura de la teoría marxista, aceptando la acción del ?mercado? como espacio teórico privilegiado.
En segundo lugar, ese abandono implica disolver el concepto mismo de explotación de una clase por otra, al enmascarar el proceso de producción de plusvalía que se realiza mediante el uso de la fuerza de trabajo de la clase desposeída de medios de producción. Significa obliterar lo que constituye el núcleo irrenunciable del materialismo histórico: el concepto de lucha de clases.
Por último, y como ya hemos adelantado, detrás de la discusión sobre si los precios de producción tienen como base los valores de producción está en juego nada menos que el lugar del capital variable en el proceso de producción, así como si las tecnologías pueden presentarse como productoras de plusvalía. Marx lo dice una y otra vez, y es bueno recordarlo ante tanta diatriba infundada que atribuye a las tecnologías el poder de cambiar la historia, que sólo en la medida en que son puestas en funcionamiento por el capital variable pueden ser centrales en la economía capitalista. Son las relaciones de producción capitalistas, de propiedad y de posesión, las que revolucionan sin cesar las fuerzas productivas, incluidas las tecnologías, intensificando con ello la explotación de l fuerza de trabajo. He aquí por qué retomar a Marx es una tarea más que arqueológica de gran actualidad teórica y política.
3. Las formas de la plusvalía y la ley del valor
Una parte del capital social total se halla continuamente en el mercado como capital de circulación, capital destinado exclusivamente a comprar y vender productos. Cuando esta función del capital en el proceso de circulación se traduce en función específica de un determinado capital, por obra de la división del trabajo, aparece el capital comercial. No hay que perder de vista este hecho fundamental señalado por Marx: el capital comercial constituye una fase del proceso de reproducción del capital industrial, y tiene como tal una función exclusiva: facilitar el proceso de circulación del capital industrial mediante el capital dinero con que opera el comercio .
Gracias a la mediación del capital comercial el productor puede invertir una parte mayor de su capital en la producción, destinando una parte menor a servir de reserva de dinero. Este capital, que forma parte del proceso global de producción, es menor de lo que sería si el capitalista industrial tuviese que explotar directamente toda la parte mercantil de su industria. La conversión en dinero de los productos se consuma más rápido por su intervención mediadora.
El capital comercial tiene generalmente una rotación que representa no sólo las rotaciones de muchos capitales en una rama de producción, sino las rotaciones de una serie de capitales en distintas ramas de producción. Y cuanto más rápida sea la rotación del capital comercial menor será la suma del capital- dinero que figura como capital comercial. Por tanto, cuanto menos desarrollada está la producción, mayor será el capital comercial en proporción a la suma de todos los productos lanzados a la circulación.
En pocas palabras, la función del capital comercial consiste en disminuir el tiempo de circulación del capital industrial. Lo hace a través de distintos caminos. Contribuye a extender el mercado y vehiculiza la división del trabajo entre los capitalistas, lo que permite operaciones en una escala más amplia, estimulando la productividad del capital industrial. Acortando el tiempo de circulación aumenta la proporción de la plusvalía con respecto al capital desembolsado. Además, al encuadrar una parte menor del capital en circulación como capital- dinero hace aumentar la parte del capital directamente invertido en la producción.
Lo que queremos remarcar aquí es lo siguiente: el capital comercial no es sino el capital en funciones dentro de la órbita de la circulación, el proceso de circulación remite al proceso total de reproducción. Pero en ese proceso de circulación no se produce ningún valor ni por tanto ninguna plusvalía. Solamente en la medida en que contribuye a abreviar el tiempo de circulación puede el capital comercial contribuir a aumentar indirectamente la plusvalía producida por el capital industrial.
¿En qué consiste entonces el beneficio comercial? La ganancia que corresponde al capital comercial forma parte de la plusvalía generada por el capital productivo total. Esto es esencial: el capital comercial participa de la ganancia sin participar de la producción. Entra a formar la cuota general de ganancia según la parte que representa dentro del capital total. La cuota de ganancia media implica ya la deducción de la plusvalía correspondiente la capital comercial. Así como el capital industrial sólo realiza ganancia contenida ya en el valor del producto como plusvalía, el capital comercial la realiza porque en el precio del producto realizado por el capital industrial no se ha realizado aún la plusvalía en su totalidad .
De lo anterior se desprende, dice Marx, que cuanto mayor sea el capital comercial en relación con el industrial menor será la cuota de ganancia industrial y viceversa. Otra consecuencia es que si la cuota de ganancia expresa siempre en proporciones reducidas el grado de explotación del trabajo, esta proporción difiere todavía más cuando, al incluirse la parte correspondiente al capital comercial, la cuota de ganancia media aparece más reducida.
Es su función de realización de los valores lo que permite al capital comercial funcionar como capital en el proceso de reproducción, derivando para sí una parte de la plusvalía total. La masa de ganancia que le corresponde depende de la masa de capital que pueda emplear en el proceso de compras y ventas, y éste será tanto mayor cuan mayor sea el trabajo no retribuido que arranque a sus agentes. Porque aunque el trabajo no retribuido de esos agentes no produce plusvalía crea para el capital comercial una participación en aquella plusvalía.
Cuando Marx considera por primera vez la cuota general de ganancia ésta no tiene su forma definitiva, ya que la compensación se opera simplemente a partir de los capitales industriales. Pero ese análisis se completa con la participación del capital comercial en esa compensación. En consecuencia, tanto si el capital se invierte industrialmente en la órbita de la producción como si se invierte comercialmente en la órbita de la circulación, arroja la misma ganancia media según su volumen.
El interés no es más que una parte de la ganancia, y, por tanto, su límite máximo es la ganancia misma . El tipo de interés guarda con la cuota de ganancia una relación similar a la del precio comercial del producto con su valor. En la medida en que el tipo de interés se determina por la ganancia media, se regula por ésta y no por las cuotas específicas de determinadas ramas de producción y menos aún por la ganancia extraordinaria de un determinado capital.
El tipo medio de interés aparece como una magnitud constante en cada país para épocas relativamente largas porque la cuota general de ganancia sólo cambia en períodos prolongados. Pero no puede determinarse mediante ninguna ley general. No existe una cuota natural del interés, puesto que sólo se trata de la división de la ganancia bruta entre dos poseedores de capital. En todo caso, la cuota media de ganancia debe considerarse el límite máximo determinable de interés.
En cambio, la cuota de interés vigente en el mercado fluctúa constantemente, al igual que el precio comercial de los productos, ya que todo el capital susceptible de ser prestado se enfrenta constantemente en el mercado de dinero al capital en funciones. Es la relación entre la oferta y la demanda de capital la que decide el nivel del interés en el mercado.
En definitiva lo que nos importa respecto del interés es que constituye siempre una parte de la plusvalía, que el capitalista activo, industrial o comercial que no invierte su capital propio sino capital prestado tiene que pagar al propietario y prestamista del capital. Obviamente, si se emplea capital propio no se efectúa ese reparto de la ganancia. La categoría del interés es ajena al movimiento del capital industrial. Es la separación entre los capitalistas de dinero y los capitalistas industriales lo que convierte una parte de la ganancia en interés, y el tipo de interés nace de la competencia entre dos clases de capitalistas.
Se produce entonces el desdoblamiento de la ganancia en interés y ganancia del empresario. Esta división cualitativa tiene lugar respecto de la ganancia de todo capital y también de la ganancia media basada en la compensación de los capitales entre sí. Marx parte de dos clases de capitalistas pero al avanzar en el análisis plantea que esa división de la ganancia bruta se produce tanto respecto del capitalista que trabaja con capital propio como respecto del que utiliza capital prestado.
El que emplea capital, aunque trabaje con capital propio, se desdobla en dos personajes distintos: el propietario del capital y el que lo emplea. Por tanto, el capital mismo se desdobla en propiedad del capital, capital al margen del proceso de producción, que rinde de por sí un interés, y capital dentro del proceso de producción, que arroja la ganancia del empresario.
El interés se consolida de tal modo que ya no aparece incidentalmente cuando el industrial trabaja con capital ajeno, puesto que aunque trabaje con capital propio su capital se desdobla en interés y ganancia del empresario. No se trata simplemente de partes alícuotas de la ganancia distribuidas entre diversos agentes, sino de dos categorías que guardan una relación distinta con el capital. Esta división de la ganancia en interés y ganancia del empresario se opera también respecto del capital global de la sociedad.
El hecho de que el capitalista industrial trabaje con su capital o con capital prestado no altera la circunstancia de que tiene enfrente a la fracción de los capitalistas de dinero como una categoría especial de capitalistas y al capital-dinero como una categoría independiente de capital, y al interés como la forma independiente de plusvalía que corresponde a este capital específico. Si todo el capital se encontrase en manos de los capitalistas industriales no existiría interés ni tipo de interés.
Marx establece así que cualitativamente considerado el interés es la plusvalía nacida de la simple propiedad del capital y que cuantitativamente considerada la parte de la plusvalía que constituye el interés no aparece referida al capital industrial y mercantil como tal sino como capital-dinero.
Claramente, el beneficio comercial y el interés son definidos en El Capital como partes integrantes de la plusvalía. ésta aparece en la producción, y es del todo independiente respecto de su ascendencia el hecho de que se divida luego en ganancia, salario y renta del suelo. No puede remitirse el valor, ni por ende, la plusvalía, a ninguna relación de intercambio. Queda ahora por examinar, única y exclusivamente en su relación con la producción de plusvalía, aclaramos, la renta del suelo.
El tratamiento marxista del concepto de renta del suelo brinda la posibilidad de realizar una doble lectura: la que se refiere al problema de cómo una parte de la plusvalía cae en manos de los terratenientes y la que intenta definir el problema del monopolio.
Marx parte del supuesto de que la agricultura se halla dominada por el régimen capitalista de producción, lo cual implica la expropiación de los obreros agrícolas con respecto a la tierra y su supeditación a un capitalista que explota la agricultura para obtener de ella una ganancia . Analiza específicamente el caso en que la inversión del capital en la agricultura se dedica a producir materia alimenticia básica o se destina a la minería, por ende, no trata el problema de la tierra que no se destine a producir.
El monopolio de la propiedad territorial constituye una premisa histórica y se mantiene como base del régimen de producción capitalista. Los agricultores son obreros asalariados, empleados por un capitalista, el arrendatario, el cual no ve en la agricultura más que un campo especial de explotación del capital. Este arrendatario paga al terrateniente una suma de dinero contractualmente establecida a cambio de su autorización para invertir su capital en ese campo de producción. Esa suma de dinero recibe el nombre de renta del suelo.
Toda renta del suelo es plusvalía, producto del trabajo sobrante. Pero Marx distingue dos tipos de renta del suelo: la renta absoluta y la renta diferencial. Consideraremos brevemente estos dos tipos en su relación con la acción de la ley del valor trabajo.
El supuesto que Marx hace actuar como punto de partida es que los productos agrícolas o mineros se venden, como todos los productos, por sus precios de producción. Sus precios medios de venta son iguales a sus precios de producción, es decir, se determinan no por el tiempo de trabajo individualmente necesario para producir determinada mercancía sino por el tiempo de trabajo socialmente necesario para crear, según el promedio de las condiciones sociales de producción, el total socialmente necesario de las distintas clases de mercancías que figuran en el mercado. La renta diferencial traduce la existencia de una ganancia extraordinaria (que nunca es resultado fortuito de transacciones en el proceso de circulación), es decir, de una diferencia entre el precio individual de producción de los productores favorecidos y el precio general de producción que regula el mercado de esta rama de producción en su conjunto.
Por tanto, la renta diferencial expresa un excedente del precio general de producción de la mercancía sobre su precio de producción individual. El interrogante que se impone es a qué debe el productor ese excedente, esa ganancia extraordinaria. La cuestión la resuelve Marx en términos de la monopolización de una fuerza natural, que determina para el capitalista una mayor capacidad productiva del trabajo. Cuando el capitalista obtiene la ganancia extraordinaria no de su capital mismo sino de su poder de disposición sobre una fuerza natural separable de su capital y monopolizable, ésta se convierte en renta diferencial.
La renta diferencial no nace del aumento absoluto de la capacidad productiva del trabajo del capital empleado o del trabajo apropiado por él, sino de la mayor productividad relativa de determinados capitales concretos invertidos en una rama de producción, comparada con las inversiones de capital que no gozan de las excepcionales condiciones de productividad creadas por la naturaleza.
Es relevante a los fines de este análisis establecer que la propiedad del terrateniente sobre la fuerza natural no tiene nada que ver con la creación de la parte del valor que se convierte en ganancia extraordinaria. No es la causa de que esta ganancia se produzca, sino de que adopte la forma de renta del suelo y, por tanto, sea transferida del capitalista al terrateniente. La ganancia extraordinaria se produce como una diferencia entre el producto de dos cantidades iguales de capital y trabajo y se convierte en renta del suelo diferencial cuando dos cantidades iguales de capital y trabajo se invierten con resultados desiguales en extensiones iguales de tierra.
La fuerza natural no es la fuente de la ganancia extraordinaria, sino simplemente la base natural de una productividad excepcionalmente alta del trabajo. Si los diversos valores no se nivelasen para formar precios de producción y los diversos precios individuales de producción para formar un precio de producción general, regulador del mercado, el simple aumento de la capacidad productiva del trabajo mediante el empleo de una condición natural sólo serviría para rebajar el precio de las mercancías así producidas, sin elevar la parte de ganancia que en ellas se contiene. Además, esta productividad acrecentada del trabajo no se convertiría nunca en plusvalía si el capital no se apropiase la capacidad productiva como suya. He aquí el nudo de toda comprensión de la renta diferencial del suelo en consonancia con la ley del valor y los precios de producción.
Marx plantea respecto de la renta del suelo una seria objeción a la economía clásica, objeción directamente relacionada con el concepto de valor y el de precio de producción (precio de costo más beneficio medio). ?Ricardo confunde valor con precio de costo. Por consiguiente, cree que si existiera la renta absoluta (esto es, una renta independiente de la diversa productividad de los diferentes tipos de suelo) los productos agrícolas, etc., se venderían siempre por encima de su valor, porque se venderían por encima de su precio de costo (capital invertido más tasa media). Esto echaría por tierra su ley fundamental. Por eso niega la existencia de la renta absoluta y sólo admite la renta diferencial? .
En el caso de la renta diferencial, lo repetimos, no es la propiedad de la tierra la que crea esta parte integrante del precio de la mercancía creada sin intervención del terrateniente, sino por obra de la competencia, al determinar el precio de producción, regulador del precio comercial. En cambio, cuando la peor clase de tierra no puede ser cultivada (aunque su cultivo arroje el precio de producción) hasta que produzca un remanente sobre este precio de producción, es decir, una renta, la propiedad de la tierra es la que engendra la renta (renta absoluta).
La mera propiedad sobre la tierra no engendra renta alguna para el terrateniente, pero le da la facultad de sustraer su tierra a la explotación mientras las condiciones económicas no le permitan valorizarla de tal modo que le deje un sobrante. No puede hacer que aumente o disminuya la cantidad absoluta de este campo de inversión, pero sí puede hacer que aumente o disminuya la cantidad de tierras que se hallan en el mercado. Bastará con que el precio comercial supere el precio de producción para poder lanzar al mercado las tierras de calidad inferior.
Para Marx se trata de enfrentar el problema no resuelto por Ricardo: ¿la renta que arrojan las tierras con indiferencia de su productividad (renta absoluta) representa una parte del precio del producto independiente de su valor? La respuesta está en la diferencia entre el valor de los productos y su precio de producción. El precio de producción de un producto puede ser superior o inferior a su valor, y excepcionalmente igual a él. Por tanto, el que los productos agrícolas se vendan por encima de su precio de producción no demuestra que también se vendan por encima de su valor. Los productos agrícolas (al igual que los industriales) pueden venderse por encima de su precio de producción y, sin embargo, por debajo de su valor. La proporción entre el precio de producción de una mercancía y su valor se determina por la composición orgánica del capital.
Sin embargo, el solo hecho de que el valor de los productos agrícolas arroje un remanente sobre su precio de producción no es suficiente para explicar la existencia de una renta absoluta. Hay toda una serie de productos industriales cuyo valor es superior a su precio de producción sin que por ello arrojen un remanente sobre la ganancia media. Es más, el concepto de precio de producción responde al hecho de que los distintos productos no se venden por su valor.
¿En qué consiste la base de esa renta absoluta ? Los capitales tienden, mediante la competencia, a no tolerar más ganancias excedentes que aquellas que respondan a la diferencia entre los valores y los precios de producción, absorbiendo las que respondan a la diferencia entre el precio general de producción regulador del mercado y los precios individuales de producción. Se trata, por lo tanto, de ganancias excedentes que se producen dentro de cada rama de producción y no afectan a la cuota general de ganancia. Esta consideración presupone un movimiento continuo de emigración e inmigración de capitales de una rama de producción a otra, es decir, que ante la competencia de los capitales no se interpone ninguna barrera que impida reducir el valor al precio de producción.
Cuando, por el contrario, el capital tropieza con una potencia extraña que restringe su inversión en determinadas ramas de producción, en esas ramas el remanente del valor sobre el precio de producción engendra una ganancia excedente. Esa potencia extraña que se levanta contra el capital que busca invertirse en la tierra, es la propiedad territorial. ésta hace que esa ganancia excedente se convierta en renta y adquiera existencia frente a la ganancia media.
Por lo tanto, la propiedad territorial es la barrera que no permite ninguna nueva inversión de capital en una tierra no cultivada o no arrendada sin percibir una renta. La traba que opone dicha propiedad hace que el precio comercial tenga que subir hasta que la tierra arroje un remanente sobre el precio de producción, es decir, hasta que proporcione una renta.
Pero si se parte de considerar que el valor de las mercancías producidas por el capital agrícola es superior a su precio de producción (debido a que en la agricultura la composición orgánica del capital es más baja que la del capital social medio, o dicho de otra manera, la productividad del trabajo en esa rama de producción es inferior al nivel medio de productividad), la renta absoluta, en general, constituye el remanente del valor sobre el precio de producción o una parte de él.
La renta absoluta absorbe la diferencia íntegra entre el valor y el precio de producción o bien una parte de ella depende del estado de la oferta y la demanda y de la extensión de la tierra nueva lanzada al cultivo. Pero, en ambos casos, los productos agrícolas se venderán a un precio de monopolio, no porque su precio sea superior a su valor, sino porque es igual o inferior a él, pero superior a su precio de producción.
¿Y cómo se forma ese precio de monopolio? Una parte tanto del valor como del precio de producción constituye una constante dada: el precio de costo, o sea, el capital invertido en la producción (= c). La diferencia reside en la parte variable del precio de producción, es decir, g (ganancia media). Si el valor del producto es superior a su precio de producción éste será = c + g y el valor = c + g + d, de tal modo que g + d = a la plusvalía contenida en ellos. Por tanto, la diferencia entre el valor y el precio de producción será = d, es decir, el remanente de la plusvalía producida por este capital sobre la que según la ganancia media le corresponde.
Por lo tanto, el sobrante de valor de los productos agrícolas sobre su precio de producción sólo puede convertirse en factor determinante de su precio general en el mercado gracias al monopolio que supone la propiedad sobre la tierra. No es el encarecimiento del producto la causa de la renta, sino por el contrario, la renta la causa de ese encarecimiento.
Aunque la propiedad de la tierra pueda hacer que el precio de los productos agrícolas exceda de su precio de producción, la medida en que la plusvalía producida en la agricultura por encima de la ganancia media se convierte en renta o entre en la compensación general de la ganancia no depende de ella, sino de la situación general del mercado.
La renta absoluta, que nace del remanente del valor sobre el precio de producción, es una parte de la plusvalía agrícola, absorbida por el propietario de la renta. La renta diferencial nace de la transformación de la ganancia extraordinaria en renta, sobre la base del precio de producción general regulador. Fuera de ellas, la renta sólo puede responder a un verdadero precio de monopolio, no determinado ni por el precio de producción ni por el valor de las mercancías.
Lo último a considerar respecto de la renta absoluta es lo siguiente. Cuando la composición media del capital agrícola es la misma o más alta que la del capital social medio, desaparece la renta absoluta. El valor del producto agrícola no es entonces superior a su precio de producción y el capital agrícola no pone en movimiento más trabajo ni realiza más plusvalía que el capital no agrícola. Esta consideración se desprendía ya del análisis anterior, no nos detendremos más en ella.
Resumiendo, lo básico de la renta absoluta según el texto marxista consiste en que capitales de igual magnitud invertidos en distintas ramas de producción producen, sobre la base de una misma cuota de plusvalía, masas distintas de plusvalía según su diversa composición orgánica media. En la industria, estas masas distintas de plusvalía se compensan a base de la ganancia media. Pero la propiedad territorial, allí donde la producción necesita de la tierra para fines agrícolas o para la extracción de materias primas, impide que esta compensación se efectúe respecto de los capitales invertidos en la tierra y absorbe una parte de la plusvalía que de otro modo entraría en la compensación para formar la cuota general de ganancia.
La renta forma entonces parte del valor, y más concretamente, de la plusvalía de los productos, con la diferencia de que en vez de ir a parar a los capitalistas que se la han extraído a los obreros, va a parar a los terratenientes, que se la extraen a los capitalistas industriales. La renta absoluta, al igual que la renta diferencial, se constituye en el análisis marxista sobre la base de la ley de la determinación del valor de los productos (capital constante más capital variable más plusvalía) por el tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción, puesto en marcha por una clase específica del modo capitalista de producción: el proletariado.
A esta altura podemos sostener que en Marx existe una preocupación constante por poner en concordancia las formas de renta con el concepto de valor y el de precio de producción. ?Reconocer que el fenómeno de la renta, tratándose del capital invertido en la agricultura, nacía de la virtudes especiales de la propia esfera de la inversión (...), equivalía a renunciar al concepto mismo del valor, y por tanto, a toda posibilidad de conocimiento científico en este terreno? .
Puesto que la plusvalía se transforma en interés, beneficio del empresario, renta del suelo y salario, resta el estudio de este último. Lo primero a tener en cuenta es que el proceso de producción capitalista implica como un proceso constantemente renovado la compra de la fuerza de trabajo (que Marx expone detalladamente en el Tomo I de El Capital). Al obrero se le paga después del rendimiento de su fuerza de trabajo y una vez que se han producido en forma de productos, no sólo su valor, sino también la plusvalía. Por lo tanto, el obrero produce además de la plusvalía, el capital variable, antes de que vuelva a él en forma de salario. Es una parte del producto reproducido continuamente por el mismo obrero la que vuelve continuamente a sus manos en forma de salario: el capitalista desembolsa para pagar al obrero el propio trabajo materializado de éste.
En atención a nuestro objetivo de mostrar la relación de cada una de las formas de renta con el proceso de valorización, definiremos cómo es que para Marx el valor o precio de la fuerza de trabajo se convierte en salario, oponiéndose una vez más a la economía política clásica que veía en el salario el precio del trabajo, una determinada suma de dinero que se paga por una determinada cantidad de trabajo. Para Marx, la expresión valor del trabajo es puramente imaginaria, puesto que el trabajo, para poder venderse como mercancía, tendría que existir antes de ser vendido. Si el obrero pudiese dar a su trabajo una existencia independiente, vendería productos y no trabajo, razona.
Pero aún prescindiendo de esa contradicción, un intercambio directo de dinero (trabajo materializado por trabajo vivo) anularía la ley del valor, ley que, según Marx, se desarrolla en toda su plenitud a base de la producción capitalista. ¿Por qué? En primer lugar, porque si se supone que se cambian equivalentes, el precio del trabajo sería igual al precio de su producto y es evidente que no se produciría plusvalía. Desaparece la base de la producción capitalista, aquella sobre la cual el trabajo del obrero obtiene el carácter de trabajo asalariado. Si se partiera del supuesto contrario, del cambio de equivalentes, también se daría por tierra con dicha ley ya que de acuerdo con ella el valor de una mercancía no se determina por la cantidad de trabajo realmente invertido en ella sino por la cantidad de trabajo socialmente necesario para producirla.
Por lo tanto, lo que vende el obrero es su fuerza de trabajo, y tan pronto como su trabajo comienza a ponerse en acción ya no le pertenece. El trabajo crea valor, pero de suyo carece de valor. Lo que la economía política llama valor del trabajo es, en realidad, el valor de la fuerza de trabajo. Si realmente existiese algo así como el valor del trabajo y el capitalista al adquirirlo pagase efectivamente este valor, el capital no existiría, ni su dinero podría convertirse en capital.
Lo que sucede es que la forma del salario borra toda huella de la división de la jornada de trabajo en trabajo necesario y trabajo excedente, en trabajo pagado y trabajo no pagado. Todo el trabajo aparece como retribuido, se esconde el tiempo que el obrero trabaja gratis. El salario, en resumen, es para Marx la forma que asume el valor y precio de la fuerza de trabajo .
4. Conclusiones, última parte
El análisis de la constitución de la forma valor de los productos del trabajo social es característico de la teoría marxista, traza una línea de demarcación tanto respecto de las concepciones del valor que le precedieron como en relación a la posterior ciencia económica, actualmente predominante.
En lugar de la eternización de las relaciones de producción históricas, propia de la justificación que da la economía clásica del mundo burgués, repetida sin cesar por los economistas marginalistas, monetaristas, etc., en lugar de la mística de un espacio económico autónomo y autorregulado, Marx nos ofrece una explicación históricamente situada.
La ley del valor trabajo desarrollada por el modo de producción capitalista designa un modo específico de repartición del trabajo social entre las diferentes ramas de producción y de regulación de esa repartición de acuerdo a la obtención del trabajo excedente (plusvalía). La determinación del valor de los productos por el tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción se opone y excluye a las llamadas teorías subjetivas del valor que buscan su determinación en el mercado. La plusvalía (cuyo proceso de producción es un único y mismo proceso con el de producción de valor) no remite a la circulación mercantil sino a la esfera de la producción. Esto permite situar la producción de valo r- plusvalía como proceso de explotación, no como base económica de la explotación sino como lugar de existencia de clases antagónicas que sólo se dan en su lucha. La producción de plusvalía es ya un proceso de reproducción de las relaciones de producción y de dominación- subordinación política e ideológica.
Es entonces el propio proceso de producción de plusvalía, plusvalía absoluta y relativa, el que reproduce constantemente la forma valor de todos los productos, incluyendo la fuerza de trabajo. El mecanismo de apropiación de la plusvalía obliga a la clase obrera a producir un valor que cada vez excede más el valor de su propia fuerza de trabajo. La producción de plusvalía relativa implica la socialización del trabajo y la concentración de los trabajadores y de los medios de producción en gran escala, determina el desarrollo incesante de las fuerzas de producción como medio de producir la plusvalía.
El movimiento del capital no produce plusvalía sino reproduciéndose en una escala ampliada. Desde el momento que se considera la transformación de la plusvalía en capital, desde que se toma el proceso de reproducción del capital en el curso de ciclos de producción sucesivos, el capital aparece constituido por plusvalía acumulada: el capital es trabajo excedente ya extraído que sirve para la extracción de nuevo trabajo excedente.
En tanto que la acumulación descansa sobre la elevación de la productividad del trabajo y sobre las revoluciones técnicas que sirven a la producción de plusvalía relativa, se ve acompañada por una elevación tendencial de la composición orgánica media del capital social, es decir, por una desproporción creciente entre el capital constante (valor de los medios de producción) y el capital variable (valor de la fuerza de trabajo). A causa de ello, la acumulación del capital produce la concentración de los medios de producción y una superpoblación relativa de trabajadores cortada a su medida. Al reproducirse como capital reproduce la fuerza de trabajo, por tanto, reproduce sin cesar la relación entre capitalistas y asalariados.
Las condiciones de reproducción del capital social permiten, en un mismo proceso, la realización de la plusvalía y que cada capital encuentre en el mercado las bases materiales para su reproducción. La determinación del valor por el tiempo de trabajo aparece claramente cuando se considera la acumulación dentro de una misma rama de producción o en distintas ramas de producción suponiendo la igualdad de sus composiciones orgánicas: el valor está en función directa del capital variable puesto en acción. Pero al introducir los efectos de la distinta composición orgánica de los capitales invertidos en diferentes esferas de producción, Marx tiene que admitir que, dadas las condiciones de explotación del trabajo los distintos capitales, al poner en acción distintas cantidades de capital variable, único productor de plusvalía, darán lugar a ganancias muy desiguales si los productos se venden por su valor, si la plusvalía producida por cada capital constituyera directamente la ganancia que se apropia. Significaría, además, que las ramas que utilizan una mayor proporción de capital variable obtendrían mayores beneficios, lo cual contradice el movimiento de la acumulación que tiende a desarrollar al máximo las técnicas.
Tras diferenciar la tasa de plusvalía (grado de explotación del trabajo) de la tasa de ganancia (la plusvalía con relación al capital total) Marx demuestra la necesidad tendencial de una tasa general de ganancia que sea la misma para todos los capitales. Al considerar las mercancías en tanto que productos de capitales, establece que la concurrencia de éstos produce, a la vez, la perecuación de las tasas de ganancia y la fijación de una tasa general media. Los productos se venden entonces no en su valor, sino en su precio de producción, que se obtiene adicionando a los precios de costo (precios de los medios de producción, salarios) la ganancia media.
Como vimos, en el discurso teórico de El Capital Marx mantiene en todo momento la posición de que al nivel de la sociedad entera la suma de los valores permanece estrictamente igual a la suma de los precios de producción, por mucho que puedan diferir los valores individuales de los precios de producción individuales. Este es, abreviadamente, el enunciado de la ley del valor de Marx.
Bien, están dadas las condiciones para plantear seriamente la pregunta que motivó este trabajo. ¿Se modifica la ley del valor por el hecho de la transformación de la plusvalía en las distintas formas específicas de renta? La respuesta cantada, tras la lectura del texto marxista, es que no sufre modificación. Pero aquí intentamos, y por ello todo este rodeo, ir más allá de lo que Marx dice acerca del valor como base de las formas de renta. Tratamos de identificar en el desarrollo teórico si efectivamente responden al funcionamiento de la ley del valor o si sólo se trata de una afirmación de principio.
Admitir desde un principio que no hay renta fuera de la plusvalía, que las formas de renta son formas de plusvalía, significa reconocer que en su base está la ley del valor. Porque producción de valor y producción de plusvalía son un mismo proceso. Sin embargo, se pretendió extender la complejidad de esta problemática abarcando, en su peculiaridad, los componentes de la famosa fórmula trinitaria (capital-ganancia, tierra-renta del suelo, trabajo-salario) que engloba el proceso de producción.
A la confusión que provoca la transformación de los valores de producción en precios de producción se suma la relacionada con la conversión de la plusvalía en sus formas transfiguradas, la cual sobreviene, nos parece de análisis acotados a cuestiones técnicas que no ponen en primer lugar el sistema de conceptos, la problemática teórica.
Desde nuestra perspectiva no hay que olvidar que el desdoblamiento de los valores en las distintas partes integrantes del valor no modifica en lo más mínimo la determinación del valor por el tiempo de trabajo. Esto quiere decir simplemente lo siguiente: la clase obrera, mediante el uso de su fuerza de trabajo por el capital, produce una suma de valor (por ejemplo, anual) que se traduce en la suma anual de valor de las tres clases de rentas, en la suma de valor del salario, la ganancia y la renta del suelo. La descomposición del valor en esas formas no altera los límites del valor mismo, que se halla siempre determinado por la cantidad de trabajo necesario para producirlo.
Finalmente, si la compensación de la plusvalía para formar la ganancia media tropieza en las distintas ramas de producción con el obstáculo que suponen los monopolios artificiales o naturales, y especialmente con el monopolio de la propiedad del suelo, lo cual permite un precio de monopolio, esto no destruye los límites trazados por el valor de esos productos. Este precio de monopolio no hace sino transferir a los productos gravados con él una parte de la ganancia de los otros productos. Cambia la distribución de la plusvalía entre las distintas ramas, pero el valor producido sigue siendo el mismo.
De todo lo expuesto surge fehacientemente que las relaciones de distribución responden a formas históricamente determinadas del proceso de producción, el salario presupone el trabajo asalariado, la ganancia el capital y la renta del suelo es siempre un remanente sobre la ganancia media.
Si la ley del valor está en la base de las denominadas formas de la renta, modalidades de circulación del capital, las relaciones de producción quedan situadas en una posición determinante. El concepto de valor remite a las condiciones materiales y sociales de la producción, nos permite rechazar la acción del mercado como espacio privilegiado de la economía capitalista. Nos conduce a no caer en la tentación de una producción llevada adelante por unos sujetos libres e iguales, nos hace pensar de inmediato la explotación de una clase por otra, en el uso de la fuerza de trabajo de la clase desposeída de medios de producción por la propietaria de los mismos.
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