Paul M. Sweezy

Jim Cason y David Brooks

Publicado el: 2004-05-04

    


Doctor en economía educado en la Universidad de Harvard, Sweezy desarrolló y nutrió un debate público sobre el marxismo y el socialismo durante décadas, a lo largo del periodo de mayor represión

 

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Paul M. Sweezy

La Jornada, México D.F. Miércoles 3 de marzo de 2004
Corresponsles: Jim Cason y David Brooks

Washington y Nueva York, 2 de marzo. Paul M. Sweezy, economista marxista fundador de la influyente revista Monthly Review, considerado el "intelectual marxista más importante" de Estados Unidos, falleció esta semana en su hogar en Nueva York a los 93 años.

Doctor en economía educado en la Universidad de Harvard, Sweezy desarrolló y nutrió un debate público sobre el marxismo y el socialismo durante décadas, a lo largo del periodo de mayor represión política de la guerra fría y la era macartista de los años 50.

Ese debate perdura hoy en las páginas de la revista que cofundó, Monthly Review, y en su casa editorial de libros. Además de cientos de ensayos, Sweezy escribió más de 20 libros y ayudó a definir una corriente analítica marxista independiente y no alineada.

John Kenneth Galbraith lo caracterizó como "el intelectual marxista estadunidense más reconocido" de la segunda mitad del siglo XX. El New York Times, hoy en un obituario, lo describió como "el intelectual marxista más importante de la nación".

La revista Monthly Review fue un foro único donde intelectuales desde William Appleman Williams y Jean-Paul Sartre a Ernesto Che Guevara y Noam Chomsky, de Tariq Alí a Eduardo Galeano, entre decenas más, han ofrecido perspectivas y argumentos sobre la coyuntura e historia mundial.

En su primer número en 1949, Albert Einstein escribió el artículo principal, "¿Por qué el socialismo?". En 1952, Sweezy y su co-fundador de Monthly Review, Leo Huberman, decidieron empezar a publicar libros debido a la cantidad de autores progresistas que eran rechazados por las principales editoriales del país.

Desde su comienzo, Monthly Review se pronunció en favor del socialismo marxista y como tribuna antiimperialista. El principio de guía de Monthly Review, dijo Sweezy, "es un intento sincero para enmarcar los temas del día con una serie de intereses primarios en mente: aquellos de la gran mayoría de la humanidad, los sin propiedad".

La revista siempre ha buscado examinar la coyuntura desde una perspectiva histórica de largo plazo, o como lo dijo Sweezy, "ver el presente como historia".

"Uno debe recordar que en un periodo (de los años 40 y 50) no había marxistas en la academia estadunidense", explicó William Tabb, economista de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, quien colaboró con Sweezy y su equipo en Monthly Review durante las últimas dos décadas.

En entrevista con La Jornada, Tabb recordó que durante ese periodo Monthly Review era el único lugar donde se podían encontrar versiones y debates alternativos de la historia contemporánea.

"La labor de Sweezy y sus escritos educaron a una generación de economistas progresistas que se presentaron durante los 60, la Guerra de Vietnam, la lucha contra el racismo en el sur de Estados Unidos y la expansión del movimiento de las mujeres", dijo Tabb.

El propio Sweezy fue encarcelado durante los años 50 al negarse a cooperar con órdenes del procurador general del estado de Nueva Hampshire, un anticomunista que buscaba información sobre vínculos marxistas con participantes en una campaña política.

La Suprema Corte descartó las acusaciones contra Sweezy en un caso que aún hoy es considerado como una piedra angular de la libertad académica en este país.

El libro de Sweezy de mayor influencia fue El Capital monopólico un ensayo sobre el orden económico y social estadunidense, publicado en 1966, con su coautor Paul Baran; ahí describió la tendencia hacia la concentración del capital en las economías de mercado no reguladas, donde una pequeña agrupación de empresas gigantescas logra controlar industrias claves y el motor económico de este país.

Ese libro, que se convirtió en un texto fundamental de la llamada "nueva izquierda" de los 60, describió también cómo economías estancadas son mantenidas por el gasto militar, la ampliación del gasto del consumidor y por el capital financiero.

A lo largo del último medio siglo, Sweezy y sus colegas fueron claves en la publicación de libros y textos esenciales para la izquierda, como Economía política del crecimiento, de Paul Baran, en 1957, libro que marcó el inicio de la teoría marxista de la dependencia; Estados Unidos, Cuba y Castro, de William Appleman Williams, en 1963, y Fanshen, de William Hinton, así como libros claves de los editores de la revista, como los de Leo Hu-berman sobre el capitalismo y los análisis sobre imperialismo de Harry Magdoff.

Sweezy apoyó desde el comienzo a la revolución cubana y fue invitado de honor en la toma de posesión de Salvador Allende en Chile. Recientemente, John Bellamy Foster, actual editor de Monthly Review, escribió que Sweezy había advertido a Allende que sin el poder militar, su régimen -de hecho cualquier régimen socialista- sería vulnerable.

"El golpe subsiguiente dirigido por la CIA en Chile en donde cayó como víctima Allende, hizo patentemente claro, en la opinión de Sweezy, que dadas las realidades del imperialismo estadunidense, la revolución en la periferia sólo podría ocurrir mediante la revolución armada", escribió Foster.

A principios de los años 70, Sweezy empezó a argumentar que el "socialismo de mercado" que se estaba promoviendo en Europa oriental no llevaría a nada menos que a la restauración del capitalismo.

"Fue el sistema político burocrático estalinista más que la planeación como tal lo que constituyó la verdadera debilidad de la sociedad soviética", escribió Sweezy.

En su último ensayo importante sobre el imperialismo, escrito poco después del fin de la primera Guerra del Golfo, en 1991, Sweezy declaró: "Estados Unidos, al parecer, se ha empeñado en un rumbo con las más graves implicaciones para el mundo entero. El cambio es la única ley cierta del universo. No puede ser detenida. Si se les impide a las sociedades intentar resolver sus problemas por sus propias formas, ciertamente no los resolverán por maneras dictadas por otros. Y si no pueden avanzar hacia adelante, inevitablemente retrocederán. Esto es lo que hoy está ocurriendo en gran parte del mundo, y Estados Unidos, la nación más poderosa con medios ilimitados de coerción a su disposición, parece estar diciendo a los demás que éste es un destino que tiene que ser aceptado so pena de la destrucción violenta."

"Alfred North Whitehead, uno de los más grandes pensadores del siglo pasado, dijo una vez: "nunca he dejado de sopesar la idea de que la raza humana podría elevarse hasta un cierto punto y después declinar y nunca rescatarse. Muchas otras formas de vida han hecho eso. La evolución igual puede bajar que subir". Es una idea desconcertante pero por ninguna razón extrema el que la forma y la agencia activa de este deterioro podrían estar formándose frente a nuestros ojos en estos años de cierre del siglo XX.

"Esto, claro, no es para sugerir que un declive irreversible es inevitable. En los asuntos humanos nada es inevitable hasta que ocurra. Pero sí es para sugerir que la manera en que han estado pasando las cosas en el último medio siglo, y especialmente este último año, sí contienen ese potencial. Y también es para reconocer que nosotros, el pueblo estadunidense, tenemos una responsabilidad especial para hacer algo sobre esto, ya que nuestro gobierno es el que amenaza con jugar a ser Sansón en el templo de la humanidad".





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