La sexualidad femenina como cuestión "encore" abierta para el psicoanálisis

Por Silvia Fendrik
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Publicado el: 10/12/03

    


Hacia fines de los 60, por el diván de Lacan pasaron importantes figuras del Movimiento de Liberación Femenina (MLF), como Antoinette Fouque, actual diputada del

 

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La sexualidad femenina como cuestión "encore" abierta para el psicoanálisis

Lacan, entre falocéntricos y vaginales

La indagación de Jacques Lacan sobre la sexualidad femenina incluyó una relación estrecha y finalmente ?violenta? con el movimiento feminista francés: así lo plantea la autora de esta nota, al señalar en qué punto el psicoanalista francés dejó inconclusa la cuestión y a quiénes designó para avanzar en las respuestas.

Ideal: "¿Cómo pensar la oposición entre vagina y clítoris, como ideal analítico, tras los descubrimientos de la falta de inervación de la vagina?".


Por Silvia Fendrik *

Hacia fines de los 60, por el diván de Lacan pasaron importantes figuras del Movimiento de Liberación Femenina (MLF), como Antoinette Fouque, actual diputada del Parlamento Europeo. Pero luego del seminario Encore, en 1974, la polémica sobre la sexualidad se acalla, tanto en la Escuela Freudiana de París como en la producción teórica de Lacan.
Hasta el momento en que retomó la polémica que dividió a la Sociedad Psicoanalítica Británica y que al igual que el psicoanálisis de niños produjo serios enfrentamientos entre Londres y Viena entre falocéntricos y vaginales, se puede decir que Lacan era más freudiano que Freud. Su retorno a las fuentes freudianas le había permitido afirmar la doctrina del significante por sobre la relación de objeto, criticando la ideología normativa a la que condujo el esquema de Freud / Abraham al ser reivindicado por muchos analistas posfreudianos: la evolución de la libido en etapas con su apología de la madurez genital, el desplazamiento del complejo de castración hacia la frustración de la relación madre-hijo, el reinado del cuerpo materno como sede primera y única de los fantasmas originarios y, entre sus consecuencias, la indistinción, para la sexualidad femenina, entre mujer y madre.
Fue gracias a los registros simbólico, imaginario y real y a la compleja pero necesaria diferenciación entre falo imaginario y simbólico, como Lacan pudo salir de esa normativa oblativa e idealizante donde parecía haberse extraviado el psicoanálisis posfreudiano. En su escrito. La significación del falo expuso de un modo condensado las conclusiones de los interrogantes desplegados durante varios años de seminario. Pero Lacan no estaba satisfecho. No creía haber llegado a buen puerto respecto de la sexualidad femenina. El texto Ideas directivas para un congreso sobre sexualidad femenina que tuvo lugar en Amsterdam, del 5 al 9 de setiembre de 1960 mostró que, para Lacan, ya era hora de reabrir y actualizar el debate.
Propuestas (entre otras): ¿Cuál es la parte femenina en la relación genital? ¿Cuáles son las vías que sigue la libido en las mujeres? ¿Cuáles son las consecuencias psíquicas de la anatomía femenina en términos de deseos o derivados inconscientes?
Lacan admitía estar intrigado por la ignorancia o la poca importancia que los psicoanalistas daban a las nuevas adquisiciones de la fisiología y a los recientes descubrimientos genéticos, cromosómicos, hormonales. No para ponerlos en el lugar de la causa ni para hacer comparaciones apresuradas. Pero, si se los ignora o se les quita toda importancia, ¿no peca el psicoanálisis de soberbia, colocándose en una postura omnipotente y mesiánica sobre la química?
La oposición entre vagina y clítoris, que tomó la forma de un ideal analítico, sin que se supiera muy bien de dónde y cómo se impuso, ¿cómo repensarla a la luz de los descubrimientos de la falta de inervación de la vagina? Muchas de las propuestas para el congreso sobre sexualidad femenina abrieron el rumbo hacia el goce inenarrable más allá del falo.
En síntesis, la reinterpretación de los conceptos freudianos por Lacan en materia de sexualidad, hasta comienzos de los 60, pasa por la recuperación del falo como símbolo, causa del deseo y ordenador de las diferencias sexuales: ser/tener. Este ordenamiento no dejó de tener consecuencias normativas: según la enseñanza de Lacan de esa época, la mujer debía reconocer su lugar de objeto para el deseo masculino. Debía asumir su parecer el falo, ser el objeto, el señuelo fetiche que fascina (fascinus: falo) como en los misterios antiguos, y atrapa al deseo en sus redes.
Sin olvidar que el falo como significante de la castración es el eje que le permitió a Freud afirmar que no hay sino una libido y que ésta es de carácter masculino, el mero hecho de que las mujeres asuman el lugar del falo, o de sus derivados fetichistas, probaría que su posición es diferente de la del hombre en cuanto al deseo y en cuanto al objeto. ¿Destino femenino de la libido masculina o destino/s de la libido femenina? Para Lacan, era urgente explorar la diferencia.
El que veut la femme siguió insistiendo e interrogando a Lacan desde lo que las mujeres dicen, a veces, en análisis, y que las mujeres analistas, sin embargo, callan. También se quejó de este silencio en aquellas propuestas, a las que hoy propongo vincular con el siguiente fragmento del seminario La transferencia.
Allí, al analizar El banquete, de Platón, Lacan se pregunta por qué Sócrates le ofrece allí a Diótima la palabra cuando se trata de hablar sobre el amor. Y comenta: Somos los primeros, si no los únicos, en no sorprendernos si el discurso propiamente socrático, el discurso de la episteme, del saber transparente a sí mismo, no puede continuarse más allá de cierto límite cuando ese objeto es el amor. (...) Si me permiten una comparación que guarda todo su valor irónico, supongan que debo desarrollar el conjunto de mi doctrina sobre el análisis, verbalmente o por escrito, poco importa, y que en un momento dado cedo la palabra a Françoise Dolto. Suponiendo, claro, que si le paso la palabra no será para hacerle decir estupideces. No es ése mi método, y por otra parte tendría dificultades en ponerlas en su boca.
En el Congreso de Amsterdam, Dolto leyó una extensa ponencia sobre la sexualidad femenina. El objeto de la transferencia es el amor, y Dolto lo anteponía, lo superponía, e incluso lo sobreponía a todas las demás cosas. Lacan se inspira en El banquete para hablar sobre el amor de transferencia: la fugaz comparación con la Diótima de Sócrates podría ser un modo de convalidar a la excepción Dolto en el lugar de un supuesto saber sobre el amor. El amor: tema de hombres en El banquete. La sexualidad femenina: tema de hombres en el congreso de Amsterdam._
En aquella extensa ponencia de Françoise Dolto, el sustrato biológico-imaginario del discurso médico sobre la anatomía femenina ocupó un lugar destacado. Pero un nuevo interlocutor comenzó a interrogar a Lacan manifestando sus quejas por el excesivo falocentrismo de la teoría freudiana y su presunto desconocimiento de la existencia de dos sexos. Se trataba del Movimiento de Liberación Femenina (MLF). Lacan se interesó en ese movimiento, pero no tardó en decepcionarse, convencido de que no era por la vía del discurso político más allá de su legitimidad como se podría acceder a la diferencia, a esa diferencia que el psicoanálisis no cesa de no escribir.
Los seminarios que preceden y anticipan a Encore prueban el interés de Lacan por los aportes de las mujeres analistas incluidas las feministas- a la teoría sexual. Un hecho institucional marca la ruptura de este interés: su respuesta intempestiva frente a las críticas que su discípula Luce Irigaray hizo de Encore, y frente a las reiteradas acusaciones al falocentrismo freudo-lacaniano que pueblan su libro Speculum (de lAutre femme) a las que Lacan no vaciló en calificar de ordure (basura). Todo indica que la visión marxista-feminista-semiótica de Luce Irigaray no era la luz que Lacan esperaba. Los seminarios ...O peor, El saber del psicoanalista, De un discurso que no sería de la apariencia, invitaban a una interlocución con las mujeres analistas y con el MLF, a la que, con la excomunión-expulsión de Luce Irigaray de la Ecole Freudienne de Paris, Lacan puso un violento punto final.
A partir de entonces, Lacan cerró el debate y se volcó hacia los nudos, donde poco o nada de aquello que interroga al psicoanálisis en materia de sexualidad es fácil o difícil de reconocer. Encore fue la última palabra de Lacan en materia de sexualidad (o de sexuación).
Sin embargo, ya desde el inicio de este seminario encontramos un Lacan advertido de las dificultades que el tema entraña, para no hablar de ladesolación que se transparenta en muchos párrafos. Nada hacía suponer que el destino de Encore sería esta suerte de furor pedagógico de las fórmulas de la sexuación en el que se embarcaron muchos de sus discípulos y lectores. Tal vez no sea ajeno a este destino el abandono de la polémica sexual por parte del mismo Lacan, quien continuó trabajando en sus seminarios nudos y topología, en donde el sexo brilla por su ausencia, aparentemente desentendido del destino de sus fórmulas de la sexuación. Lacan no era lacaniano o, dicho de otro modo, podía continuar pensando, eventualmente olvidándose de sí mismo y de sus matemas. Pero el hecho es que no quiso aceptar la confrontación con quienes, o no lo supieron comprender, o tal vez agarraron el guante que él mismo les había arrojado.

* Extractado del trabajo "Lacan y la sexualidad femenina". Aún, presentado en los "Estados Generales del Psicoanálisis", París, julio de 2000.





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